jueves, abril 19, 2018

"Life in 12 bars": El camino del infierno a la redención que cruzó Eric Clapton

El Mercurio

El documental, que es parte del Festival In-Edit, muestra cómo el guitarrista superó una dura etapa autodestructiva con la música. 


Todo pasaba demasiado rápido en los años 60, escribiendo una historia a una velocidad inversamente proporcional a la que quería tocar Eric Clapton, que entonces abandonaba The Yardbirds, por encontrar que el conjunto se había vuelto demasiado pop.

En menos de una década, The Beatles definían los márgenes de la música popular, y comenzando los 70, Jimi Hendrix, quien fallecía a los 27 años, se patentaba como el paradigma de las seis cuerdas.

En esta panorámica, en la que ya estaba inserto, Clapton defendió rápido su motor: el blues, que electrificó subiendo la apuesta con Cream, o participando en John Mayall & and The Bluesbreakers, Blind Faith y Derek and The Dominos, todos los proyectos en los que fichó antes de iniciar su postergada carrera en solitario.

La música que, surfeando en el cliché, cerca del final de "Life in 12 bars" -el documental que cruza su camino del infierno a la redención-, el británico confiesa liberado "me salvó la vida", está presente desde el inicio de la película con un Clapton abatido por la muerte de B.B. King, reverenciando su admiración y agradeciendo su amistad a través de un video casero. Lili Fini Zanuck, la directora de la cinta, desde entonces comienza una narración lineal en la que en voz del mismo "Mano lenta" cuenta su vida, desde una infancia particular donde los que en un principio pensaba que eran sus padres, en realidad eran sus abuelos. El puzle se le abría sorpresivo al saber que su hermana, finalmente, era su madre, resguardando un secreto familiar de una época muchísimo más conservadora.

En este ambiente, ingresó a la música a temprana edad, donde su virtuosismo con la guitarra le abrió las puertas para un ascenso donde rápidamente se comenzó a codear con Los Beatles y los Rolling Stones. Así, forjó amistad con George Harrison luego de que se disolviera la banda de Liverpool y se enamoró perdidamente de su esposa, Pattie Boyd, aunque debió esperar casi una década para quitársela a su colega.

Esta fue la época más autodestructiva del autor de "Layla" -canción dedicada a Boyd cuando todavía estaba con Harrison-, consumido por el alcohol y las drogas, en una espiral que lo pudo llevar directo a la muerte. Fue recién con el nacimiento de su hijo Conor, en 1986, cuando el británico decidió limpiar su vida, una decisión importante antes de la tragedia: cuando el niño, de cuatro años, fallece al caer desde el piso 53 de un edificio en Nueva York.

Fue el tema "Tears in heaven" (1992) el que lo trajo de vuelta a los escenarios, arrasando al año siguiente en los Grammy y comenzando a hacer literal esa declaración sobre cómo su vida artística lo rescató del vacío.

Funciones
"Life in 12 bars", parte de In-Edit, se verá hoy a las 22:15 horas en el Centro Arte Alameda, y el domingo a las 12:00, en el Teatro Nescafé de las Artes.

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