La Tercera
Antes de su regreso a Chile con un espectáculo que define como “rockero”, el ídolo español habla con Culto de su reciente álbum junto a músicos del pop ibérico, adelanta un nuevo disco con autores latinoamericanos y rechaza probarse en el reggaetón. “Una cosa es estar siempre a la moda, y otra agarrar las modas pasajeras”, aclara.
Por Andrés del Real
A punto de celebrar seis décadas de carrera artística, Raphael se resiste a perder el “fuego sagrado”. Bien lo saben quienes trabajan con el astro español, que a sus 74 años sigue recorriendo el mundo con sus mayores éxitos, al tiempo que prepara no sólo uno sino que dos nuevos álbumes de aquí a 2019. Un torrente energético y creativo que, en vez de doblegarse al paso del tiempo y las modas, ha logrado adaptar a las nuevas generaciones y a los códigos musicales de turno, como lo ha demostrado actuando en festivales de rock alternativo -como Sonorama Ribera-, jugando a la autoparodia en una comedia de Alex de la Iglesia (Mi gran noche) y, recientemente, con las más de 20 mil copias vendidas de Infinitos bailes (2016), su último álbum, en el que colaboraron emblemas del pop ibérico como Enrique Bunbury y Mikel Izal.
“Yo me siento ante todo Raphael. Da igual el género que esté tocando porque lo convierto en lo que a mí y al público nos gusta. Por eso me atrevo con diversas cosas que a lo mejor muchos no se atreven, porque se han acomodado a una forma, siempre la misma, y a mí no me gusta ser siempre el mismo”, dice “El ruiseñor de Linares”, rebautizado recientemente como “El jefe de los indies” por la prensa hispana.
Con este álbum de rejuvenecido espíritu, el camaleónico solista regresa a Chile a dos años de sus conciertos sinfónicos en la capital: primero, el 6 de junio, en el Teatro Municipal de Chillán, seguido dos días después por un show en el Movistar Arena. Todo esto como parte del paso por Sudamérica de su gira mundial Loco por Cantar, título que, asegura, es “una auténtica realidad, mi estado natural”.
– ¿Este nuevo espectáculo combina los clásicos con canciones de Infinitos bailes?
– Claro, pero sobre todo un mensaje que todo esto quiere transmitir. Es un espectáculo mucho más rockero aunque sin perder nunca mi sello, porque yo antes de hacer las cosas las paso por mi máquina y las “raphaelizo”, como tiene que ser. Es un concierto que desde que lo estrené ha tenido mucho éxito en todas partes y espero que Chile sea un bombazo, de todo corazón, y que la gente se la pase muy bien, porque además de cosas nuevas los temas de antes van a estar impregnados de esta forma más rockera de hacer las cosas.
– ¿Cree que ha cambiado mucho la música popular hispanoamericana, las formas de abordar el romanticismo, por ejemplo?
– Yo no hablaría de cambio, porque es una palabra muy fuerte. Yo diría que es una evolución constante en mí. Si tú me ves en un espectáculo hoy y a la gente vibrando con las canciones entiendes cómo hemos logrado ir cumpliendo años conectados. Sin embargo, otro público mucho más joven se ha metido también y conecta perfectamente. Cuando vi a esta gente más joven, sentí que necesitaba sobre todo tener otra clase de letras que el público de hoy entienda mejor. Porque al amor se le canta todavía, pero hay otra manera de expresarlo y yo necesito que el público de ahora me entienda también.
– A ambos lados del Atlántico el pop en español ha sido dominado por los ritmos urbanos. ¿Se ve incursionando en ese tipo de música también?
– No, ahí no le entro del todo porque no va conmigo ni me saldría natural. No me gusta esa clase de música. Entiendo que haya un determinado sector del público al que le hace gracia, pero vamos a ver por cuánto tiempo, porque hay modas que son como el pañuelo desechable: las usas y las tiras. Una cosa es darle una vuelta a la tortilla cada diez años y estar siempre en la moda, y otra es simplemente agarrar la modas pasajeras, pero esas no me sirven.
– Tras su último disco, ¿es optimista en cuanto a los nuevos autores de música en español? ¿Hay algún nuevo Manuel Alejandro que esté haciendo algo a ese nivel?
– Bueno, Manuel Alejandro es un ser totalmente único e irrepetible. Pero dentro de la gente de hoy en día hay mucho talento también y yo estoy empeñado en aprovechar a la gente que tiene ese talento que conecta con el mío. Lo he hecho con autores jóvenes españoles y ahora estamos preparando un disco maravilloso con autores latinoamericanos.
– ¿Son clásicos latinoamericanos o nuevos compositores?
– Gente joven, preferentemente. La idea es que sean todos latinoamericanos porque para mí Latinoamérica es mi segunda casa. Si antes cantaba temas de Manuel Alejandro o José Luis Perales, ahora canto de chicos jóvenes españoles y latinoamericanos.
– Efectivamente loco por cantar.
– (Ríe) Ya te he dicho que me cuadra muy bien. Es que soy una persona inquieta, me gusta estar constantemente vigente y para eso hay que ir siempre un paso adelante, no te pueden pillar en off-side, desprevenido. Por ejemplo, yo te puedo decir dónde voy a estar el año que viene en tal fecha, he agarrado los teatros con mucha antelación porque las fechas se las puede llevar otro.
– ¿Y volver al Festival de Viña es parte de ese itinerario?
Yo creo que al público le encantaría verme de nuevo en la Quinta Vergara, porque las noches mías siempre han sido fabulosas y hace unos años que no voy. Sé que tanto a mí como al público le gustaría mucho ese encuentro.
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