sábado, abril 21, 2018

Gianluca: trap a la chilena

La Tercera

El joven de 21 años es hoy uno de los artistas más significativos de la escena local y un representante del género de mayor estallido en el mundo en el último año, esa mutación más extrema del rap. Aunque en su caso, bajo una mirada tan propia como diferente.

Por Bárbara Carvacho

“En el canto de Gianluca y Margot Loyola está el pueblo”, dijo Gepe en una reciente entrevista en The Clinic. El trap es el sonido del momento, y entre ostentación y lujos, aparece un joven de 21 años que decidió tomar el ritmo urbano para transformarlo en la poesía de lo cotidiano. Gianluca Abarza es una historia como muchas: un nativo digital que tuvo computador a los cinco, que usó tiempos libres del colegio para bajar discos, y de manera autodidacta conocer softwares de mezcla.

Tras cursar un año de Artes en la Universidad Diego Portales, y ya como un oyente de esta mutación estadounidense del rap, el residente de San Miguel se dio cuenta que su catalizador no estaba en los encargos de profesores. Lo que estaba buscando en la academia lo encontró en el trap, género que tras dos años de trabajo como productor y cantante, le quedó chico. Se nota en su hit, el gran himno generacional “Siempre triste”, canción que acumula 500 mil visitas en YouTube y que viernes tras viernes es coreado a lo largo del país como si se tratara de una canción de Víctor Jara.

“No sé lo que tu quieres que te diga / Nunca me ha faltado nada gracias a mi familia / No me estreso, tranquilo vivo la vida / Sé que no voy a llegar a la cima”, canta en el track colgado el 5 de marzo del año pasado junto a un video donde el músico deja en claro que el melón con vino es el brebaje perfecto para cuando se tiene pena. No es que estemos delante del frente depresivo del género, más bien es un contador de lo que siente y ve. “Me gusta ser directo. Tengo buena habilidad escribiendo, me acomoda contar historias”. El joven abandonó su carrera y aprovechó su background para generar la catarsis personal y colectiva que significan sus letras, las que hablan de no pagar la micro, de la dependencia de pastillas, de sufrir por amor y amar sin sufrir.

“Con Siempre triste me sentí personaje de Internet. No me gustaba estar en el foco ni tener esta etiqueta del príncipe del trap o la nueva cara de”, asegura de buzo y bufanda. Gianluca, a pesar de crecer en este estilo, no comparte el envase vacío del clásico sonido “yonki”. Le gusta la vibra y la energía, pero entiende que el trap es como una droga: “para mí el trap no es música. O sea, el sonido en sí es música mala, cochina, digital, poco docta, pero se te queda pegada y te cuesta salir de la diversión que entrega. Como la droga po’”. En su búsqueda, se dio cuenta que lo suyo es la oscuridad, y ese estado no es exclusivo del sonido callejero, también está en el synthpop, en el r&b y en el folclor.

Es uno de los tantos nietos de la dictadura que transitan por Chile, con menos miedo, mucho desencanto, y espacio para introspección. “Yo quiero ser sincero, en todo sentido. Trato de ser una mejor persona. Soy malo para la discusión y pelear, pero trabajo en mi discurso constantemente. Me interesa pensar mi rollo y generar algo relevante, porque soy el primero que se escucha y espero cosas agradables del resultado”, responde afirmando que aún no puede profundizar en un discurso moral extenso y ser una especie de Kendrick Lamar, porque aún tiene que resolverse como humano. “Tampoco me gusta la volá de Cristóbal Briceño de apuntar con el dedo a la gente que lo hace mal. No me acomoda ser predicador”.

“Sé que estoy en Chile y que eso afecta mi arte y mi vida, obvio. Veo cómo la gente se desvive por la plata y sólo piensa en eso: que les falta, que no es suficiente, que necesitan más. Otra persona podría haber visto el Siempre triste como un single que tenía que llevar video de 6 meses de trabajo, y levantar prensa, y rotar por todos lados, pero yo prefiero la vigencia, hacer las cosas por mi cuenta”. Es independiente desde chico, o así lo ve él como el menor de su núcleo familiar, y eso lo llevó a no ceder por falta de recursos. Como buen milénico, se las ingenió para ocupar las herramientas que juegan a su favor y eso marcó la diferencia: Gianluca no anda con pretensiones.

El 1 de enero de 2017, Gianluca subió a YouTube “Wanna Know”, a modo de decretar que ese iba a ser su año. Y pasó. Un mixtape titulado SRR, y el corto Vortex, sirven de antesala para el largo que sale el 6 de mayo por venta digital, y el 15 mediante las plataformas de reproducción. G Love es el resultado de la seriedad, un trabajo de dos años que mezcla todos sus estados.

“Estoy demostrando que lo que estoy haciendo no es un juego”, cuenta. No es sólo trap, es la nueva forma de retratar un país. La pena, el Clonazepam, el amor en tiempos de Instagram. Gianluca no quiere ser el príncipe de nada, quiere ser el rey de su cotidianidad, y lo está logrando con una producción que dirige el trap a la experimentación, siempre a la chilena.


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