El Mercurio
La cercanía entre ambos géneros comenzó en los años 90, pero rápidamente cayó en el silencio. Hoy, esta mezcla de estilos vive un renacer de la mano de una nueva generación de músicos afroamericanos.
Por Patricio Zenklussen Franco
"La realidad es que mi gente le ha dado al mundo tantos estilos de música, que me pregunté por qué debería restringirme y tocar solo uno de ellos", cuestiona el pianista Robert Glasper en la canción que abre su más reciente disco, "ArtScience", de 2016.
Glasper es parte de una nueva camada de músicos de jazz en Estados Unidos, conformada en su mayoría por jóvenes afroamericanos que crecieron escuchando tanto el saxo de Wayne Shorter como las rimas de Tupac Shakur. Su disco "Black Radio", ganador del Grammy a Mejor Álbum de R&B en 2003, fue el manifiesto de sus principios: derribar las barreras de las etiquetas.
El jazz y el hip-hop han ido estrechando sus conexiones desde hace ya varios años, y en el último tiempo la relación se ha vuelto muy íntima, en especial gracias a músicos como Glasper.
Un artículo publicado en marzo de 2015 titulaba: "Cómo Kendrick Lamar se convirtió en el John Coltrane del hip-hop". Dos semanas antes, el mencionado rapero había lanzado su disco "To Pimp a Butterfly", con el que dio un vuelco a su carrera y a todo el rap.
Acompañando a sus rimas descarnadas, no solo se encontraban los ritmos urbanos y las cadencias repetitivas características del género, sino también trompetas, pianos y bajos propios del jazz.
"Kendrick nos dijo: 'Quiero que suene como si estuviese en llamas'", recordaba el saxofonista Kamasi Washington en una entrevista con The Guardian. "Ese es el tipo de territorio en común que tiene el mejor hip-hop y el mejor jazz", agregaba.
El disco fue un éxito indiscutible: debutó en el primer puesto del Billboard 200, fue elegido como el mejor del año por Rolling Stone y Pitchfork, y ganó el Grammy a Mejor Álbum de Rap.
Un nuevo nacimiento
En los 90, grupos de rap como A Tribe Called Quest y De La Soul -que tocaron en Santiago el pasado 25 de marzo- inyectaron una fuerte dosis de jazz en sus bases y ritmos. A través de la técnica del sampling , en la que se toman secciones de canciones existentes para modificarlas y crear otras nuevas, músicos como Ahmad Jamal y Ronnie Foster pudieron ingresar al mundo del hip-hop.
Al mismo tiempo, artistas como Miles Davis y Herbie Hancock lanzaron "Doo-bop" y "Dis is da drum", discos en los que se alejaron de su pasado ligado al jazz tradicional para incorporar bases electrónicas y cadencias propias de la música urbana. Así, las barreras que habían separado a ambos géneros empezaban a hacerse cada vez más difusas.
En el presente, los ejemplos abundan: Christian Scott expone toda la influencia de su Nueva Orleans natal sobre bases que podrían encontrarse en el hit de trap del momento, y Keyon Harrold ejercita sus solos de trompeta al compás de ritmos hipnóticos. El japonés Takuya Kuroda compone beats y José James canta clásicos de Billie Holiday en una pista, y en la siguiente imita el rap popero de Drake.
Una anécdota contada por el mismo Scott explica las motivaciones detrás de este fenómeno: "Los músicos mayores me recordaban que cuando nosotros fuéramos adultos, se cumpliría el centenario del primer disco de jazz -"Livery Stable Blues" de The Original Dixieland Jass Band-. '¿Qué vas a hacer? ¿Cómo vas a crear un nuevo diálogo musical que dure otros cien años?', me preguntaban. Empecé a trabajar en ese instante".
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