A los 63 años, mientras otros artistas piensan en el retiro, o suman lustros haciendo giras que auto tributan mejores épocas creativas repasando títulos claves, Carlos Cabezas lidera a un grupo de músicos mucho más jóvenes por caminos ambiciosos.
Por Marcelo Contreras
Partamos por el final. No hay bis en el Teatro Municipal de Santiago la noche del domingo. Cero espacio para “Yo la quería”, “El frío misterio” o “Señores pasajeros”, nada que delate musicalmente que Electrodomésticos proviene de los 80. Aún más, el último tema fue una canción nueva, “Voz de la calle”. Es muy inusual que un concierto termine con una pieza desconocida, pero esta es una banda atípica y la composición encajaba perfecto con las casi dos horas de música y experiencia visual ofrecida para el estreno de su último trabajo Ex la Humanidad, editado a fines de 2017. Electrodomésticos no mira hacia atrás y solo avanza. Ese corte inédito como remate lo dejó claro. Esta historia continuará.
A los 63 años, mientras otros artistas piensan en el retiro, o suman lustros haciendo giras que auto tributan mejores épocas creativas repasando títulos claves, Carlos Cabezas lidera a un grupo de músicos mucho más jóvenes por caminos ambiciosos, para construir canciones que se piensan desde la cinematografía y la definición de ambientes y parajes, y que servidas en directo capturan la plenitud de los sentidos.
Cuando sonó el timbre clásico del Municipal para ingresar a la sala, ya en el interior un ruido ligeramente enervante de resabio industrial copaba todo el espacio envolviendo en 360º. Las luces bajaron y en contrapunto se alzaron nuevos sonidos, el susurro de lenguas y dialectos extraños sin que ese ronroneo espeso y urbano cediera su tensión. Las siluetas de los músicos se proyectaron hacia el fondo, para luego tomar posiciones como si se tratara de un escuadrón que asume puestos de combate, todos uniformados de traje/corbata negra y camisa roja, consonantes a los colores dominantes en la gráfica del nuevo álbum.
El primer tema que da título al disco resultó un mazazo. Al principio costó acostumbrarse a la descarga por la cantidad de elementos conjugados, dos secciones de teclados y máquinas, batería, bajo, guitarra y voz. Nos invadían rastros de sirenas, chirridos y la frecuencia de un sonar, ingredientes combinados que sugieren a la humanidad inserta en ciudades, la fusión del concreto, el metal y la tecnología, y cómo transitamos en esos espacios mediante canciones que además provocan melancolía y una sensación nocturna con gótico acento.
Los ocho títulos de Ex la Humanidad fueron distribuidos en un set de 17 temas que excluyeron por completo la primera etapa de Electrodomésticos. Sinceramente no se extrañó en lo más mínimo aquel periodo. Esta última alineación es seria candidata a la mejor en la historia del grupo. El tándem de Valentín Trujillo y Nicolás Quinteros en sintetizadores y máquinas crea las atmósferas; Sebastián Muñoz (de Cómo asesinar a Felipes) envuelve con el bajo, y Cabezas se alza como un sumo sacerdote con esa voz inigualable que parece viajar en cámara lenta y que a ratos se quiebra en ligeros aullidos. El aporte de Agnes Paz acompañando en theremín en casi todo el concierto fue sencillamente perfecto.
Mención aparte para Edita Rojas. Su perfomance del domingo, coronada por un solo de batería como punto final del show -otro detalle atípico-, fue increíble. Atraviesa su mejor momento interpretativo, con rastros de rock progresivo y matemático urdiendo complejos patrones entre toms, y una sensibilidad especial para abordar piezas más lentas. Cuesta pensar en otr@ baterista de su nivel en arreglos y ejecución en estos momentos en Chile.
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