La Tercera
Mon Laferte lanza en noviembre el disco más ambicioso de su carrera, pero aquí repasa su lucha contra el clasismo en la música, su opinión en torno al aborto y la marihuana, y advierte: “Me encanta cantar, pero no sé si es algo que quiera hacer toda la vida”.
Por Claudio Vergara
Mon Laferte piensa en futuro: el 9 de noviembre lanza el álbum más ambicioso de su carrera, Norma, grabado en EE.UU. Pero tal hito también la hacen conjugar su carrera en pasado. Perfecto e imperfecto: en su visita de ayer al espacio Tercera Voz, habló de las grietas en su relación con la industria, y de un camino cuesta arriba enfrentada al clasismo y los abusos.
– Cada vez que vuelve a Chile, su carrera ha subido un escalón más. ¿Cómo es retornar en ese contexto?
– En esta visita me he sentido muy querida. Tanto en entrevistas como si salgo a comer, la gente ha sido muy cariñosa, es una especie de mamá y papá cuando vuelve el hijo a la casa, te apapachan.
– No sólo su vida ha cambiado, también el propio país.
– Chile era mucho más conservador. Sí, hay un cambio, con respecto a lo que yo hago en la música y lo que represento también. Yo vengo de una población de Viña, y hoy se permite y se acepta que un artista como yo pueda tocar en un festival como Lollapalooza, pueda estar en radios. Chile antes era más separatista, más clasista, más prejuicioso. Siento que la gente hoy es más amable.
– ¿Hay menos clasismo?
– Me parece que sí. Durante mucho tiempo sentí esa presión y casi era un defecto ser de una clase social baja, estaba mal. No me estaba permitido a mí ser parte de la elite de la música, sólo estaban los que tenían un nivel socioeconómico.
– ¿Hay clasismo en el espectáculo?
– Si, bastante. La TV era clasista. Me acuerdo que una vez llamaron por teléfono y una señora dice: “¡saquen a esa niñita que es muy chula y canta música cebolla! ¡Esa flaite!”. Y me sentí súper mal. De verdad sentía que estaba haciendo algo que no merecía, que no correspondía con mi clase social. Que no correspondía querer aspirar a desarrollar una carrera, dedicarme a la música; sentí que estaba mal, fuera de lugar. Esos comentarios son súper crueles y me marcaron.
– ¿Siente una revancha ahora?
– Me da mucha tristeza esa señora, me gustaría abrazarla, seguramente la trataron muy mal, le faltó educación. Sí, hay un poquito (de revancha). Hay una niña argentina en un viral que dice: “¡mirá de quién te burlaste!”. Me encanta esa niña. Nunca me creí el cuento de que no nos merecíamos ciertas cosas por ser de una clase social determinada.
– ¿Y hay mucho machismo en la música, en festivales, sellos?
– Sí, he vivido situaciones difíciles, duras, todas las mujeres nos ha tocado, de tener miedo, de ser súper juzgadas, de callarse muchas cosas, porque obviamente no te van a creer. Ir a reuniones de trabajo súper tapada, porque si no me tapo va a creer que le estoy coqueteando; y si le digo que no, me voy a perder la oportunidad de trabajar. Me han tocado situaciones traumáticas.
– ¿Cree que hay un cambio? Hoy las mujeres denuncian.
– Me pongo mal con este tema. Viví situaciones en donde me quedé callada muchas cosas. Sentía que nadie me iba a creer, siempre te apuntan con el dedo. ¿Y quién es la culpable? Una. ¿Será que uno está dando un mensaje equivocado? Espero que las chicas que tengan ese problema, que lo digan, que no sean como yo que me he quedado callada mucho tiempo por miedo. Ahora no están solas. En los propios festivales hay más mujeres.
– En su último paso por Lollapalooza Chile dijo: “Por la chucha que nos tratan mal a los artistas chilenos”.
– Es que soy bastante apasionada. No tengo pelos en la lengua últimamente, me callé tanto tiempo las cosas que ahora exploto. Finalmente no tuve la información completa del momento, que no había llegado los equipos de Argentina, entonces un minuto antes de salir al escenario me avisan “oye, no vas a poder usar las pantallas”. Antes en Lollaplooza, creo que ahora ya no, tenían una zona especial para los chilenos, que no podían juntarse en camarines con artistas extranjeros. Como un muro. Igual, toda la buena onda con Lollapalooza. Eso ahora cambió, no me había tocado verlo en ningún otro país.
– ¿Ve muchas diferencias entre Chile y México?
– Hoy México está más tranquilo, pero cuando yo llegué a vivir hubo un momento de violencia muy fuerte. En mi primer año en México, estaba tocando en un bar en Veracruz y se veían cosas duras. Pero pese a todo lo que pueda pasar, la gente es tan buena y generosa, tienen una actitud muy linda.
– ¿La legalización de la marihuana puede frenar el narcotráfico?
– Sí, creo que ese es el camino. En general, con las drogas, no se le debería prohibir nada a nadie cuando no le haces daño al que está al lado. Tienes que poder decidir sobre tu cuerpo. Por eso mismo soy proaborto. Hay que dejar que la gente decida lo que quiera hacer; entonces, sí se acabaría muchísimo la violencia con respecto al tema de las drogas. A ver: todo el mundo fuma marihuana. Hay que asumirlo.
– ¿Cómo es su relación con la marihuana?
– Me llevo súper bien con la marihuana, me cae bien, me quita el dolor de espalda, me relaja. Igual, yo no fumo tanto, no es que esté volada todo el día; no podría con mi ritmo de trabajo. Pero si tengo unos días libres y estoy en mi casita, para dormir, ver una película, pero muy poquito, recreativo. Siento que la marihuana es buena onda, pone a la gente con ganas de estar bien.
– En su nuevo disco le seguirá cantando al amor, pero en clave más bailable. ¿Cambió el foco?
– Hice un álbum conceptual, puse en diez canciones distintas etapas de la pareja. Quería hacer un disco cinematográfico. Este álbum es un mapa emocional. Lo terminé muy cansada emocionalmente.
– ¿Ve alguna figura de la música que le sirva como referente en la adultez?
– No sé. A mí ahora me encanta cantar, me la paso súper bien, pero no sé si es algo que quiera hacer toda la vida. De pronto me canso, quiero hacer otra cosa, me gusta pintar. Lo que yo más quisiera es ser feliz y no mantener a la fuerza una carrera sólo porque hay que hacerla. Puede llegar el momento en que diga “ya no quiero hacer esto más”.
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