El Mercurio
Destacados coralistas, docentes, amigos y compañeros de trabajo valoran el aporte de este músico nacido en Punta Arenas. "Siempre nos decía que el coro es un canto a lo divino, a la alegría de vivir. Ese positivismo es su gran legado", señala Andrés Rodríguez, exdirector del Municipal de Santiago.
Maureen Lennon Zaninovic
Si hubiera una palabra que pudiera resumir la semana que acaba de concluir, sería masividad. Cientos de personas llegaron hasta la Casa Central de la Universidad Católica para participar en el velatorio y el funeral de Víctor Alarcón (1958-2018). El músico magallánico -fallecido trágicamente en un accidente automovilístico-fue recordado de manera emotiva por sus cercanos, por su esposa (la soprano Andrea Aguilar), por su hija Victoria y por un impresionante número de coristas.
"Su velatorio fue una experiencia conmovedora. Éramos tantos que casi no entramos. ¡No cabíamos en la capilla de la Casa Central de la UC! Estábamos muy afectados, pero también alegres, porque Víctor nos compartió de manera gozosa su amor y su placer por la música", rememora a "Artes y Letras" Frédéric Chambert, director del Municipal de Santiago.
Justamente, como director musical del Programa Crecer Cantando, Víctor Alarcón dejó una huella imborrable en el teatro de Agustinas y en los miles de estudiantes que -gracias a esta instancia impulsada por el escenario- han descubierto la pasión y los beneficios del mundo coral. Es sabido que en 1984 la Corporación Cultural de Santiago dio inicio a este innovador proyecto que buscaba entregar una formación integral a los escolares a través del contacto, el conocimiento y la afición por la buena música.
"Partimos con el profesor y director de coros Eduardo Vila, en la línea de generar un servicio social a la comunidad estudiantil. Víctor Alarcón se integró en un primer momento como monitor y a lo largo de los años pudimos concretar varias iniciativas valiosas, como un diplomado de dirección coral, con el apoyo de la antigua Fundación Andes. Trajimos a Santiago a 70 directores de todas las regiones para capacitarse", rememora Wendy Raby, exdirectora de Crecer Cantando. Añade que "en su funeral, se me acercó un director de Arica que había participado en una de esas capacitaciones y que viajó especialmente a despedirlo. Eso demuestra su mística, el entusiasmo que imprimió en cada una de las personas que compartieron con él, su espiritualidad y generosidad inmensas".
Andrés Rodríguez, exdirector del Municipal de Santiago, complementa que el programa Crecer Cantando "es un hito inédito en Latinoamérica y desde prácticamente sus inicios, Víctor Alarcón fue un pilar irremplazable. Al igual que Mario Baeza, una de las más grandes figuras del canto coral del siglo XX, fue un convencido de los beneficios de un canto compartido que ofrece una paz y una riqueza espiritual únicas". El profesional agrega que más allá de su labor en Crecer Cantando y en la UC, "me quedo con su personalidad llena de riqueza: positivo y alegre. Nunca una mala cara. Siempre nos decía que el coro es un canto a lo divino, a la alegría de vivir. Ese positivismo es su gran legado", remata Rodríguez.
Felipe Ramos, actual coordinador ejecutivo de Crecer Cantando, complementa que "tenía una convicción profunda de que niños y jóvenes podían acceder a un mundo mejor, a través del canto coral. El objetivo de este programa no es ser una máquina productora de cantantes de óperas, sino de formar a personas integrales".
De la Patagonia al norte
A sus tempranos quince años, Víctor Alarcón ingresó, en su Punta Arenas natal, a Patagonia 4: uno de los grupos que consolidaron el movimiento de la música folclórica en el sur de nuestro país. "Participamos en varios festivales, viajamos a Argentina varias veces, grabamos tres long plays y nos presentamos en el Festival Cosquín. ¡Eso con apenas 18 o 19 años!", rememora uno de los fundadores de Patagonia 4, Jorge Sharp, quien viajó especialmente de Magallanes a despedirlo y, además, es director del Coro del Club Croata de Punta Arenas. "Acá nos reencontramos con los otros integrantes: Héctor Sepúlveda, Miguel Soto y Francisco Cresp, y le cantamos, porque fuimos grandes amigos. Ahora hay que mantener vivo su legado, su gran 'alforja' de proyectos, como él solía definirla".
En 1975 entró a estudiar canto al Conservatorio de la Universidad de Chile y comenzó a desempeñarse como solista de oratorios. En 1985, ya como académico de la Universidad Católica, formó el Coro de Estudiantes del Instituto de Música de ese plantel. "'Vicho, como le decíamos afectuosamente, fue uno de esos maestros que te cambian la vida", comenta Patricia Chandía, quien integró el elenco de "Violeta, huésped eterna del abril florido", en homenaje al natalicio de Violeta Parra.
Hanns Stein, reconocido académico de la Facultad de Artes de la U. de Chile, revela que "en tiempos de dictadura le di clases particulares al 'Vicho' y aunque pudo desarrollar una carrera solista, optó por dirigir coros y fue muy querido. Me impactó su sabiduría, buscando no dañar la voz de los jóvenes".
El martes, en la misa que se celebró en el Salón Fresno del Centro de Extensión, el rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, señaló a los numerosos asistentes que "estamos despidiendo a un grande, a un imprescindible. Cuando asumí mi segundo período como rector, Víctor me propuso la música de la ceremonia y me acuerdo de un concepto musical imborrable: la puerta se abre por dentro. Fui, además, médico de este patagón, grande, gordo, bonachón, ojos brillantes, ojos de niño, creativo, profundo y espiritual, enamorado de la música. Como rector, estoy aquí para despedirte y también para manifestar mi más completo apoyo a tu proyecto, para que cumplamos tu sueño de las 209 cantatas de Bach".
Afortunadamente, el reconocido director coral y profesor del Instituto de Música UC (IMUC) alcanzó a ver los inicios de uno de sus proyectos más ambiciosos: convertir a Santiago en la primera capital latinoamericana donde se interprete la integral de las cantatas de Johann Sebastian Bach (1685-1750). "Para mí, este es un sueño de toda la vida. La gente que me conoce sabe que vengo hablando de esto hace 30 años", señaló el propio Alarcón en una entrevista concedida a este diario. Esta maratónica tarea se convertiría en un broche de oro a sus más de tres décadas de enseñanza y proyección de la música coral que venía realizando a través de los diversos elencos que encabezó, entre otros, el Coro Bellas Artes, Crecer Cantando y el ensamble Concerto Vocale.
Karina Fischer, directora del IMUC, añade "que habíamos conversado hace apenas algunos días cómo la Universidad Católica se podía involucrar en esta integral. Estamos muy golpeados con la noticia de su muerte, pero también fue una alegría enorme escuchar el apoyo del rector y haremos todo lo posible para terminar su gran sueño con Bach".
Andrés Rodríguez Spoerer, gerente de música de la Fundación Ibáñez Atkinson y uno de los impulsores del portal Red Coral (que busca difundir y aglutinar esta práctica a lo largo de todo el país), concluye que Víctor Alarcón fue uno de los últimos exponentes de la tradición que tuvo su época dorada a partir de fines de los 50, "donde la música sucedía principalmente en las universidades, en la UC, en la U. Chile y en la de Concepción. Para mí, Víctor fue a los coros lo que Fernando Rosas fue para las orquestas. Se nos fue un líder generoso y un articulador fundamental". Rodríguez Spoerer considera que es muy revelador el gesto técnico de su batuta. "Invitaba a cantar. Uno como coralista, al tenerlo al frente, sentía una libertad única que no te entregaba otro director. Una libertad, sin improvisaciones, y con una sonrisa de oreja a oreja".
La soprano Miryam Singer, directora de Arte y Cultura de la UC, comparte esa mirada y añade que "hizo cantar hasta las piedras. Él se consideraba un posibilitador, siempre con un actitud contenedora y acogedora, sacaba lo mejor de cada uno".
Maestro de la concordia
"Cantar en coro, es una manifestación de concordia. Concordia es acuerdo, armonía, y en su raíz está la palabra "corazón" ( cor , cordis ). Un director de coro busca la concordia para expresar la forma contenida en una partitura y si es un contrapunto complejo, se ha dicho, acertadamente, que es similar a los hilos entretejidos de una alfombra: cada hilo es válido en sí mismo, pero, misteriosamente se engarzan en un todo armónico. Para un director de coro, los hilos son los que están escritos en la hoja, pero también son las personas y sus voces. Mover todo ello, armoniosamente, es un acto de la más profunda humanidad. Así movía los hilos Víctor Alarcón, con rigor técnico, pero plenamente consciente de que su trabajo último era aunar a personas de muy diferentes idiosincrasias, pero con una meta común. Y ahí quedaba en evidencia, además de su rigor interpretativo, su profunda bonhomía, su bondad, su corazón.
De Buxtehude a Wolfgang Rimm, de Monteverdi a Arvo Pärt, de Bach a Schoenberg y Penderecki, no menguaba en sus empresas y contagiaba a todo el mundo de sus propuestas, audaces, arrojadas. Nada le parecía imposible y con irresistible optimismo arrastraba a sus colaboradores en sus visiones que parecían utópicas y que después se convertían en flagrantes realidades. No contento con eso, se sentía con la misión de entregar, donde fuera acogido, su experiencia y sabiduría, en permanente itinerancia. Por ello, son tantos los huérfanos que hoy, estupefactos, lloran su partida.
Algunos dicen que la muerte es una graduación. Víctor se graduó y, con su diploma bajo el brazo, partió en un nuevo inicio, hacia una dimensión transfigurada, a encontrarse con los grandes de la música a quienes dedicó cada minuto de su vida".
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