El Mercurio
Jaime Donoso Arellano
Que la guitarra clásica en Chile tenga un nivel reconocido internacionalmente, ya no es novedad. Desde la cátedra de ilustres maestros-intérpretes como Luis López, Ernesto Quezada, Eulogio Dávalos, Oscar Ohlsen, Luis Orlandini, y varios otros, se ha esparcido hacia Chile y el mundo una pléyade de jóvenes guitarristas que han obtenido los más altos galardones en el extranjero, constituyéndose en el grupo de músicos que mayores glorias le ha dado a nuestro país.
Roberto Kuhn es uno de esos grandes talentos. Formado en la Universidad Católica y en el Conservatorio de Glasgow, Escocia, país donde reside actualmente, ofreció el sábado un hermoso recital en el Aula Magna del Centro de Extensión UC, en el Ciclo "Jóvenes Solistas" del Instituto de Música de esa universidad. Si se pudiera resumir el recital, se diría que hubo técnica intachable, finura y elegancia en la expresión, muy cuidado manejo del sonido y dinámica, búsqueda exhaustiva de los colores del instrumento y un novedoso aporte al repertorio.
El concierto comenzó con un grupo de piezas escocesas para laúd, en arreglo para guitarra del escocés Matthew McAllister. Todas exhiben el melodismo céltico, de "ambiente pentáfono", plenas de giros de inconfundible raigambre y que parecieron revelar la identificación del intérprete con la música tradicional del país que lo ha acogido. Las "Miniaturas balcánicas", del serbio Dusan Bogdanovic (1955), fueron ejecutadas con maestría, revelando con claridad los atractivos giros melódicos "orientalistas" y las fascinantes rítmicas irregulares. Siguieron dos obras de Piazzolla (1921-1992): "Invierno porteño", en arreglo del brasileño Sergio Assad, que fue vertida con nostalgia y arrabalera intimidad, y el tango "Triunfal", en arreglo del argentino Víctor Villadangos, en una impactante versión llena de nervio.
Del compositor galés Stephen Goss (1964) se escucharon sus "Cantigas de Santiago", obra basada en melodías medievales vinculadas a la peregrinación del camino de Santiago. Goss utiliza recursos como dejar que arpegios y acordes vibren sin apagar las cuerdas, lo que provoca un halo reverberante de sonoridades catedralicias. El programa culminó con dos excelentes arreglos de Kuhn para obras de Albéniz: el "Capricho catalán", inmejorablemente interpretado, y "Asturias". Esta última obra fue originalmente escrita para piano, pero teniendo como claro referente la sonoridad y recursos de la guitarra, por lo que el arreglo resultó absolutamente apropiado.
Merecidas ovaciones premiaron el brillante desempeño del solista.
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