domingo, julio 01, 2018

Breve guía para escuchar a Astor Piazzolla

El Mercurio

El actual ministro de la Corte Suprema se confiesa cultor del tango y admirador de la creatividad del gran músico argentino, quien a pesar de su genialidad aún divide las aguas entre los amantes del tango. El autor propone aquí una ruta lógica para conocer y apreciar mejor a Piazzolla. 

HÉCTOR CARREÑO
Los que gustan del tango hacen con frecuencia una pregunta: ¿Es tango la música que compuso y tocó Astor Piazzolla? Otros, por su parte, hacen una afirmación categórica: "A mí no me gusta la música de Piazzolla". Algunos la suavizan: "Yo no logro entender la música de Piazzolla", y rematan: "Oírla termina por aburrirme y me cansa".

Escuchamos afirmaciones y preguntas como estas en tertulias o en reuniones de amigos. Sin embargo, en los recitales que damos con mis hijos el público que asiste oye con atención esa música; al parecer, no le aburre ni le cansa. Y nadie pregunta si es tango lo que está escuchando.

Para comenzar, hay dos puntos que es preciso dejar establecidos:

En la música de Piazzolla hay temas que son tangos y otros que, sin duda, no lo son.

En esa música hay piezas fáciles de escuchar y otras que requieren de una gran concentración para oírlas.

La música de Piazzolla tiene tres vertientes esenciales, que explican su complejidad.

Primero, cabe destacar que Piazzolla creció en Nueva York y que allí recibió el influjo del jazz. Cuando niño iba a Harlem para escuchar a Duke Ellington y a muchos otros.

En segundo lugar, Piazzolla amaba la música clásica. Sus autores de cabecera fueron Igor Stravinsky y Béla Bartók, y sus principales maestros fueron Alberto Ginastera, en Buenos Aires, y Nadia Boulanger, en París.

Por último, Piazzolla era tanguero. Escuchó tangos en su casa en Nueva York desde muy pequeño (su padre oía discos de Julio de Caro), aprendió a tocar el bandoneón de muy niño, a los 18 años entró a la orquesta de Aníbal Troilo y en 1946 formó su propia orquesta, que tocaba tangos.

¿Qué música podía surgir de la mixtura de estas tres vertientes?

Solo una, muy personal: la de Astor Piazzolla.

Nuestro propósito es mostrar que es posible, oyendo las obras que indicaremos, escuchar con agrado la música de Piazzolla.

En el devenir del tango se advierten dos tendencias claramente diferenciadas:

a) La de músicos que mantuvieron un estilo tradicional para tocarlo, sin introducir grandes innovaciones en lo armónico, en lo rítmico ni en lo melódico, interpretando una música que condujera a una fácil escucha y a un atractivo baile.

b) La de otros que, en cambio, buscaron desde los inicios del género riqueza armónica, variaciones rítmicas y melodías innovadoras, produciendo una permanente renovación del tango.

Pertenecen a la primera tendencia músicos como Francisco Canaro, Alfredo de Angelis, Juan D'Arienzo y varios más. A la segunda, creadores como Horacio Salgán, Julio de Caro, Osvaldo Pugliese y otros.

Piazzolla es seguidor de Pugliese, y este lo es de Julio de Caro.

Vida y milagros musicales

Astor Piazzolla nació en Mar del Plata, en 1921.

Cuando tenía cuatro años de edad, su familia emigró a Nueva York. Allí vivió -exceptuando un breve retorno a la Argentina- hasta 1937, cuando sus padres regresaron a Mar del Plata. Es decir, Piazzolla fue criado en Nueva York.

Al volver a la Argentina ya tocaba el bandoneón.

En 1939, con 18 años de edad, se radicó solo en Buenos Aires.

Llegó a Buenos Aires -a vivir de su bandoneón- en una época privilegiada, en los albores de la década dorada del tango, la que en realidad fue más que una década, pues se extendió desde 1940 hasta, aproximadamente, 1955.

Fue así como en 1939 pudo ser partícipe de la importante actividad tanguera que se desarrollaba en Buenos Aires. Escuchó a músicos de la talla de Julio de Caro, Pedro Maffia, Pedro Laurenz y Ciriaco Ortiz. A los pocos meses de su llegada se incorporó a la orquesta de Aníbal Troilo. Mejor, imposible.

Su permanencia con Troilo se extendió hasta 1944, fecha en que decidió emigrar. Estuvo dos años acompañando con una orquesta al cantor Francisco Fiorentino, hasta que finalmente formó su propia orquesta, la Orquesta del 46, buscando su propio camino.

En 1949 disolvió la orquesta, con la decidida intención de dejar el bandoneón y dedicarse a la música clásica.

Así, el inicio de la década del 50 encontró a Piazzolla componiendo música clásica. Sin embargo, en el mismo período compuso, entre otros, tres tangos que resultarían fundamentales en su devenir musical: "Para lucirse", "Prepárense" y "Triunfal".

En el año 1953, Piazzolla, con su obra sinfónica "Buenos Aires", obtuvo el primer lugar en un concurso por el premio Fabien Sevitzky, lo que le permitió obtener del gobierno francés una beca por un año en París para estudiar música con Nadia Boulanger, gran formadora de compositores.

Tal episodio, conocido de muchos, resultó fundamental para lo que vendría después en la obra de Piazzolla. Este, decidido a ser compositor clásico, exhibió sus trabajos a la maestra. Ella le respondió que eran buenos, que estaban bien escritos, pero que les faltaba "alma". Y le preguntó a Piazzolla qué música tocaba él en Buenos Aires. Tímidamente le respondió que tango y, ante una petición de la profesora, interpretó "Triunfal". La respuesta de Nadia Boulanger fue inmediata: esa era su música y le recomendó no dejarla jamás.

Se produce así el inicio del verdadero Piazzolla, el que se impuso definitivamente en la música contemporánea, apartándose de las características de la orquesta típica tradicional.

Un acontecimiento importante marcó la obra de Piazzolla: la muerte de Nonino, su padre, con quien tenía un profundo vínculo afectivo. Utilizando partes de un anterior tema llamado "Nonino", de melodía un tanto difusa, compuso su mejor tango: "Adiós Nonino".

La revolución que Piazzolla produjo en la historia del tango comienza en los años 60, antecedida por "Adiós Nonino" en 1959. Desde allí queda en evidencia que está en un nuevo camino, el de su propia música. Atrás quedaron los inicios y también el intento de llevar los tangos clásicos a versiones que, digámoslo con claridad, los alteraban en exceso.

En 1974, Piazzolla se instaló en Roma, en la Viadei Coronari, calle de anticuarios cercana a la Piazza Navona, y se dedicó a componer. Decía -y con razón- sentirse en el centro del mundo.

El martes 6 de junio de 1989, el Sexteto de Piazzolla tocó en el Teatro Oriente de Santiago de Chile.

La frenética actividad desarrollada por Piazzolla de tocar en exigentes recitales y de viajar en extenuantes giras debilitó su salud, que ya estaba deteriorada. El 5 de agosto de 1990, en París, sufrió un derrame cerebral que le paralizó el lado derecho de su cuerpo. Tras un largo período de enfermedad, falleció el 4 de julio de 1992.

Un repertorio posible

El propósito final de estas líneas es, como dijimos, escuchar con agrado la música de Astor Piazzolla.

Para llegar a ello creemos indispensable oír previamente los siguientes tangos, que constituyen peldaños fundamentales por los que transitó el género:

El entrerriano, de Rosendo Mendizábal (1897)

La viruta , de Vicente Greco (1907)

Ojos negros , también de Greco (1910)

El motivo, de Juan Carlos Cobián (1914)

Gallo ciego, de Agustín Bardi (1916)

La cachila, de Eduardo Arolas (1919)

Chiqué, de Ricardo Brignolo (1920)

Mi refugio, de Juan Carlos Cobián (1922)

Amurado, de P. Maffia y P. Laurenz (1925)

Mala junta, de Julio de Caro y P. Laurenz (1927)

Ventarrón, de Pedro Maffia (1933)

Como dos extraños, de Pedro Laurenz (1940)

Negracha, de Osvaldo Pugliese (1948)

Malandraca, del mismo Pugliese (1949)

La Yumba, el tango esencial, de Pugliese (1946).

Es preciso escuchar todos los tangos nombrados, y más de una vez, para percibir cómo influyen directamente -unos más, otros menos- en las creaciones de Piazzolla.

Ahora sí podemos llegar a Piazzolla.

No es fácil escuchar su música. Sus creaciones son complejas y algunas muy apartadas del tango. Nuestro propósito es introducirnos en esa música y entrar a través de los temas más gratos al oído, para empezar a disfrutar de ella.

Las obras que sugerimos escuchar por ahora son las siguientes:

1. Triunfal

2. Prepárense

3. Lo que vendrá

4. Adiós Nonino

5. Calambre

6. Decarísimo

7. Fuga y misterio

8. Libertango

9. Años de soledad

10. Cité tango

11. Oblivion

12. Un día de paz

13. Bandoneón

14. Balada para un loco

15. Chiquilín de Bachín

16. El gordo triste

17. Las cuatro estaciones porteñas:

a. Primavera porteña

b. Verano porteño

c. Otoño porteño

d. Invierno porteño

18. Suite de Sur:

a. Vuelvo al Sur

b. Los sueños

c. Regreso al amor

d. Tristeza, separación

Creemos que las 24 obras contenidas en la lista están al alcance de cualquier oído y pueden constituir un buen comienzo.

Las piezas hay que escucharlas más de una vez, pues un tema musical suele "no entrar" a la primera audición. Es necesario repetir varias veces una misma pieza para poder apreciarla. Esa forma de trabajar permitirá que se logre nuestro propósito.

Es materia de discusión qué viene después de Piazzolla.

En concepto de algunos, su obra terminó con él. Sus creaciones son producto de vivencias personales y, por ser personales, son irrepetibles en otro individuo. Por eso, dicen, nadie podrá volver a componer como Piazzolla. Y otros agregan que nadie podrá volver a tocar esos temas como Piazzolla, pues es muy difícil repetir el magnetismo que producía con sus interpretaciones y la forma personal en que tocaba el bandoneón.

Sin embargo, hay quienes piensan diferente y exhiben de muestra conjuntos que se han estructurado a la manera del Quinteto de Piazzolla y que tocan su música como él lo hacía (podemos citar al conjunto La Camorra, a modo de ejemplo).

Se agregan a ello las numerosas incorporaciones de obras de Piazzolla al repertorio de diversos conjuntos, incluso algunos ajenos al tango, con intérpretes como Al DiMeola, Yo-Yo Ma y otros. Además, hay músicos que han seguido componiendo al estilo de Piazzolla.

Sobre este punto es difícil aventurar una opinión y es el transcurso del tiempo el que dirá la última palabra.

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