El Mercurio
Jaime Donoso
El domingo 15 de Julio de 2018 será una fecha para recordar. En la iglesia luterana El Redentor se dio inicio a "Bach Santiago", magno proyecto encabezado por el director Víctor Alarcón, que contempla la interpretación de 209 cantatas, en un plazo aproximado de seis años. Es decir, se trata de la integral de las cantatas que han subsistido, considerando que fueron más de 300 las que Bach compuso.
"La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros en toda sabiduría con salmos e himnos y cánticos espirituales, cantando con gratitud en vuestros corazones al Señor" (San Pablo a los colosenses, 3:16).
Estas palabras habrán inspirado a Lutero para insertar la música en la liturgia protestante como un elemento de la esencia de su mensaje evangélico reformado. Bach hizo suyo este mandato al concebir toda su música como una ofrenda para mayor gloria de Dios. Ahí, sus cantatas de iglesia ocupan un lugar de excepción.
En Leipzig, la ciudad en que se estableció en 1723 y donde falleció en 1750, en su calidad de funcionario de la iglesia de Santo Tomás, Bach debió cumplir, semanalmente, obligaciones que suponían proveer de música a los servicios litúrgicos dominicales, ceremonias que duraban varias horas y donde la música ocupaba un rol fundamental: motetes, cantatas, obras para órgano, armonización de corales. Estas apremiantes exigencias, no solo debían manifestarse en música de calidad, sino que tenían que tener vinculación con la palabra evangélica proclamada en la celebración. Así, al arduo trabajo musical, se agregaba la selección de los textos bíblicos apropiados o de los comentarios poéticos escritos para la ocasión, muchas veces provenientes de plumas poco inspiradas.
Esto explica la prodigiosa variedad de las cantatas: las hay para solistas, solistas y coro, puramente corales; algunas con sobrias instrumentaciones, otras con brillo de trompetas y timbales. Las necesidades contingentes hicieron que las cantatas fueran un laboratorio de experimentación, pródigo en hallazgos vocales e instrumentales, fuente inagotable para acercarse al lenguaje de Bach.
El programa escogido para este concierto inaugural fue reflejo de esta diversidad. Se escucharon las cantatas Nº 84, para soprano solo; Nº 54, para contralto solo, y Nº 4, para solistas y coro, todas con diversos acompañamientos instrumentales. Las dos primeras pertenecen al estilo en que Bach incorporó los elementos italianos (recitativo y aria da capo ) y la última, es representante de su primer estilo, vinculado a la tradición puramente germana.
En la cantata Nº 84, "Ich bin vergnügt mit meinem Glücke" (Estoy contento con mi suerte), la soprano Molly Flanders exhibió una voz pura, casi "blanca", muy adecuada al estilo y espíritu de la obra, y se vio secundada por el magnífico oboe de José Luis Urquieta. En la cantata Nº 54, "Widerstehe doch der Sünde" (Resiste al pecado), la contralto Evelyn Ramírez lució su generoso caudal y cautivante timbre, particularmente en su complejo recitativo y en la segunda aria, de textura fugada. En la cantata Nº 4, "Christ lag in Todesbanden" (Cristo yacía en los lazos de la muerte), junto al protagonismo del excelente Ensamble Concerto Vocale, destacaron los notables aportes de la mezzo Javiera Lara, el tenor Brayan Ávila y el bajo Cristián Moya. El Cuarteto Surkos, más invitados, con la conducción del concertino David Núñez, realizó una muy buena labor, certeramente estilística.
Al director Víctor Alarcón cabe desearle pleno éxito en su tremenda empresa. Son 206 las cantatas que le esperan.
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