El Mercurio
Tocarán obras clave de Ravel y Strauss , y también de Darwin Vargas y Juan Orrego-Salas.
Romina de la Sotta Donoso
En su cuarto año como director asistente, François López-Ferrer (1990) fue fichado por la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile para una quincena de conciertos de verano, educativos y familiares, para acompañar un ciclo del Ballet Nacional Chileno y para un par de fechas de temporada. Además, acaba de recibir un nuevo voto de confianza, pues la orquesta lo recomendó para que reemplazara al maestro David del Pino, quien debió suspender sus fechas de este fin de semana. Y como el director español ya había sido programado para los días 13 y 14, en total serán cuatro conciertos seguidos.
"Creo que tenemos mucha confianza por los dos lados", comenta López-Ferrer. "Estoy muy contento por estas dos semanas de trabajo tan interesante y de poder redescubrir con la orquesta obras chilenas y francesas que casi no se tocan, además de otras muy conocidas", agrega.
A las 19:40 horas de hoy y mañana, en el Teatro U. de Chile (Ceacuchile.com), abordarán un programa con acento francés que incluye el reestreno de "Rapsodia para días de duelo y esperanza" de Darwin Vargas (1925-1988), quien la escribió tras el terremoto del 60. Según López-Ferrer, "la orquesta representa a la tierra y su poder destructivo; y la guitarra, al ser humano y la esperanza en el futuro". La pieza no se había tocado desde su estreno, en 1962, y el solista será el premiado guitarrista Luis Orlandini, decano de la Facultad de Artes de la U. de Chile y candidato al Premio Nacional de Música 2018. "Es un privilegio reestrenar esta obra, que es la tercera para guitarra y orquesta que se escribió en Chile. Pude rescatarla de un destino incierto, pues accedí al manuscrito con las modificaciones que el propio compositor le hizo después del estreno y rehíce la partitura. Esa versión es la que tocaremos", cuenta Orlandini.
El programa para hoy y mañana se completa con la "Petite Suite", de Debussy, y los poemas sinfónicos "El cazador maldito", de Franck, y "La Valse", de Ravel. "Ravel toma lo más ligero que hay, un vals, y lo convierte en algo sarcástico y fascinante, que hechiza a la orquesta. Muchos directores se enamoran de la música con una sinfonía de Mahler o de Beethoven, pero en mi caso sucedió con 'La Valse', al escuchar una grabación de mi padre con la Sinfónica de Cincinnati. Era un niño y soñé dirigirla desde entonces", confiesa López-Ferrer.
Su padre falleció en marzo, y era el famoso director Jesús López Cobos, mientras su madre es la soprano cubana Alicia Ferrer.
López-Ferrer volverá a conducir a la Sinfónica el viernes 13 en el Teatro U. de Chile, y el sábado 14 en la U. Santa María de Valparaíso. Pero ese programa lo diseñó él. Eligió la Octava Sinfonía de Beethoven y "Don Juan" de Richard Strauss, porque "ambos compositores empujaron las fronteras de su propio tiempo". Y describe el poema sinfónico de Strauss como "una obra tremenda, llena de colores y contrastes, sensualidad y agresividad. Su orquestación es tan buena, que pese a ser densa y compleja, suena muy clara".
La próxima semana, con el concertino Alberto Dourthé como solista, interpretarán además el Concierto para violín de Juan Orrego-Salas, figura fundamental de la música chilena que cumplirá 100 años en enero próximo. La obra fue estrenada en 1984 y, según el director, "es rica en expresión y contrastes, con momentos de drama, contemplación y sensualidad".
López-Ferrer aclara que "siendo esta la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, descubrir la música del país debe ser parte de nuestra identidad". Y por eso mismo, cuando retome la batuta, en octubre, contrastará la Sinfonía N° 9 de Dvorak con "Y todavía tiene una pena" (2012), de René Silva.
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