El Mercurio
La cantante, quien está semirretirada desde hace cuatro años, vuelve al país con un concierto en noviembre. En entrevista con "El Mercurio", habla sobre su conexión con Chile, el movimiento feminista y el cúlmine de su carrera musical.
Romina Raglianti
Paloma San Basilio anunció su retiro de los escenarios en 2013, y se despidió del público chileno en el Festival de Viña del año siguiente. Pero en 2017 regresó al país a dar un concierto sinfónico, y el próximo 25 de noviembre lo hará nuevamente, como parte del Festival Radio Imagina, que la reunirá con los cantantes Dyango, Leo Dan y Franco Simone en el Movistar Arena.
"La idea es conectar otra vez con la gente, no estar desaparecida por completo, y agradecer a una emisora por su apoyo a una música que muchas veces cuesta programar", explica la intérprete al teléfono desde España. Anuncia que su recital será en formato de big band . "Siempre estoy en la búsqueda de sonidos y expresiones vocales que me permitan seguir creciendo y, sencillamente, ilusionándome, que es al final lo que uno quiere".
-¿Cuesta abandonar el escenario?
"Son ciclos distintos. Cuando hice la gira de despedida, dije esto termina aquí, y a partir de ahora haré cosas muy puntuales. Y eso es lo que he seguido haciendo, porque la voz no tiene por qué apagarse. Tu pasión escénica no la puedes cortar de raíz, sería como un pequeño suicidio emocional y vital, porque llevo muchos más años viviendo encima de un escenario que sin hacerlo".
La cantante asegura que este año está dedicada a pasar tiempo con su hija y nietos, y a preparar su tercera novela, y que no tiene otras presentaciones programadas antes de su venida a Chile. "La primera vez que pude viajar a América y que a alguien se le ocurrió invitarme a un programa de televisión fue en Chile, en 1978", dice en referencia a su debut en el programa "Vamos a ver", de Raúl Matas. "Desde ahí empieza mi afecto especial con un país que decidió conocerme, y ya no dejé nunca de ir. Hay un vínculo con Chile, hay una fidelidad fantástica con las cosas que propongo".
En la piel de Norma Desmond
Entre diciembre de 2017 y enero de este año, Paloma San Basilio protagonizó ocho funciones de "Sunset Boulevard", el aclamado musical de Andrew Lloyd Webber. Entonces, dijo que no podía imaginarse interpretando otro personaje después de Norma Desmond. "Es un personaje maravilloso, una mujer ensimismada, encerrada en su mito, que vive en una absoluta mentira que ella ha fabricado, y yo soy todo lo contrario. Para una actriz, es apasionante y un regalo poder hacer un personaje con tantos matices y con una música que te pone el vello de punta".
-¿Realmente no se imagina haciendo otro papel?
"Es complicado. He hecho muchos personajes, Evita, Aldonza en 'El hombre de la mancha', 'Mi bella dama', 'Víctor/Victoria'... Este personaje creo que es el cúlmine, el que aglutina todos los anteriores. Desde el punto de vista del musical, no me veo en otro papel que pueda tener esa dimensión. Sí me están ofreciendo otras cosas de texto en teatro, que es algo que me apetecería hacer, porque creo que tengo mucho que aprender ahí. Pero el musical, es difícil".
Movimiento feminista
Al igual que en Chile, en España se ha instalado la conversación sobre la igualdad de derechos para las mujeres y también los temas de acoso y abuso en la industria del entretenimiento. San Basilio dice que es "lógico" y "parte de las asignaturas pendientes que tiene la sociedad" que surjan estos movimientos.
"Nosotros venimos de educaciones bastante machistas, pero también es cierto que cuando alguien quiere salirse de ese carril, se puede. He sido una mujer tremendamente libre, en mi vida siempre he hecho lo que he querido. No me he sentido maltratada por la industria. Solamente una vez tuve una situación muy violenta, durante un reportaje fotográfico, muy al principio de mi carrera", cuenta.
Eso no significa que no haya sido testigo de malas prácticas. "Estoy de acuerdo en que hay que luchar contra esa lacra. Yo lo he visto y lo he oído. Estás en una cena, en una discográfica, y vez siempre cómo se manejan esos esquemas, 'chica fácil, quizás disco fácil'. Ese intercambio tiene que desaparecer, y este movimiento puede ayudar a que se valore a la gente por lo que es, y no por lo que te da a cambio".
Pero matiza: "También es cierto que muchas veces gente se ha prestado a hacer cosas que, posiblemente, iban en contra de sus sentimientos o su código moral para conseguir algo. Eso es al margen, cada uno hace lo que quiere con su vida y ahí es donde hay que dejar claras las líneas entre una persona acosada, chantajeada y sometida y la que libremente decide hacer un intercambio de favores porque no le importa. Creo que son cosas distintas. Ambas forman parte de la educación machista y ninguna debería permitirse, pero también existe la libertad para que cada uno haga lo que le dé la gana, que es un poco lo que reivindica el movimiento que han hecho en Francia mujeres como Catherine Deneuve".
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