La Tercera
Tras 27 años en que no supo de su paradero, la ex cantante de Mamma Soul encontró en 2016 casi por casualidad al asesino de su padre, un guardia que en los 80 lo habría matado por motivos políticos. No sólo grabó la conversación para un futuro documental; también hablaron para cerrar el doloroso círculo personal de cada uno.
Por Claudio Vergara
Dos fechas separadas por una vida completa. La primera, el sábado 8 de julio de 1989. Esa tarde, José René Poblete Vega, de 26 años y guardia de seguridad de los estudios KV -propiedad de la familia Kreutzberger y donde se grababan espacios como Sábados Gigantes y Éxito- disparó contra Raúl Valdés Stoltze, militante socialista, detenido en 1973 en sitios como el Estadio Nacional, y muralista que ese día rayaba en una pared contigua al recinto la leyenda “no más exclusión: Almeyda senador”.
Al percatarse del hecho, Poblete agredió e insultó a quien acompañaba a Valdés, su esposa Cecilia Morelia González, para después, cuando la pareja se alejaba, disparar por la espalda al dirigente de izquierda, quien fue trasladado en ambulancia hasta la Posta 3. Ahí falleció como consecuencia de una herida en uno de sus pulmones.
“Militante del PS murió baleado por guardia de seguridad de los estudios KV”, tituló el diario La Época. “Estaba acompañado de su esposa desde hace 13 años y con quien tenía dos hijas, de 11 y 12 años”, apuntó Fortín Mapocho. La menor de ambas niñas era Claudia Valdés, quien casi una década más tarde irrumpiría en la música chilena rebautizada como Moyenei y al frente del grupo Mamma Soul.
La segunda fecha, el domingo 9 de octubre de 2016. Esa tarde, la misma Moyenei Valdés llegó sin previo aviso hasta la casa de José René Poblete en una población de La Florida. Tocó la puerta, y pudo mirar y conversar por primera vez de frente con el hombre que asesinó a su padre. Habían pasado 27 años. Llevó una cámara, no sólo para inmortalizar el encuentro, sino que también para integrarlo a un futuro documental que tentativamente se titula La herencia.
“Los dos hitos más grandes de mi vida son el crimen de mi padre y el encontrarme con el hombre que lo cometió. Entremedio pasaron 27 años, nunca volvimos a saber de él, y en ese período fui una persona que estuve muy abandonada por mi familia, especialmente por mi madre. Ella sentía vergüenza de mí, porque fui una punk, porque era rebelde, me ponía mis bototos, mis turbantes, me salí de la escuela, era como la oveja negra, nadie quería estar cerca mío. El gran hito de todo este tiempo es decir ‘puta, voy a tener que caminar sola’”, recapitula la artista.
Luego se explaya ante la gran pregunta: ¿cómo pudo mantener la tranquilidad ante el sujeto que mutiló para siempre su vida? “Cuando llego a él, me escuchó y hubo ahí un intercambio muy potente. Me pidió perdón, pero de una forma muy humilde, muy sincera, él perfectamente se podría haber escondido, como lo ha hecho la mayoría. Cuando volví a mi auto me puse a llorar, porque sentí que me liberaba del peso de toda una vida. Ahora, tampoco significa que hablamos súper calmado; yo dije cosas súper fuertes, pero nunca lo insulté ni le grité. Eso hubiera sido ojo por ojo y no quiero venganza. Sentí que él también esperó años para que esto sucediera, estaba muy apenado, se sentía muy culpable, pero finalmente estaba agradecido”.
El cara a cara entre ambos se gestó un par de meses antes, casi de casualidad, cuando la hermana de la intérprete, que trabaja para la Dirección del Trabajo fiscalizando distintos recintos, se topó en un listado de empleados con el nombre y los datos de Poblete. “Mi hermana dice que todo un frío le recorrió el cuerpo y que se dio cuenta de inmediato que era este hombre. Me llama a México y me dice que no lo podía creer, que no sabe qué hacer. Yo le respondí: ‘voy a coger un avión y voy para allá. Voy a hablar con él ahora’. Y cuando pasó, fue exactamente como lo había fantaseado más de 20 años antes”, rememora Valdés, radicada desde 2006 en Ciudad de México.
Y más de dos décadas antes, tras el crimen en 1989, Poblete -conocido como “el Rambo”- fue detenido por Carabineros, estableciendo que el arma que usó no era de su propiedad ni tampoco contaba con permiso legal. Según publicó la prensa, la pistola habría sido de la familia Kreutzberger. En una declaración pública, los dueños de los estudios KV -luego conocidos como Estudios Gigante- aclararon que el victimario pertenecía a una firma privada que sólo le prestaba servicios a la entidad televisiva. Además, el guardia reveló que era parte de la empresa Centinel, integrada en un gran porcentaje por ex militares, como uno de sus directivos, Juan Manuel Chandía, oficial del Ejército entre 1971 y 1988. En declaraciones a La Época, Chandía comentó ante la muerte de Valdés: “Son ellos los que se lo buscaron”.
A mediados de 1990, Poblete fue condenado en primera instancia a 13 años de presidio por homicidio calificado. Meses después, la Corte de Santiago redujo la pena en segunda instancia a seis años por homicidio simple. Camilo Marks, en ese entonces abogado de derechos humanos, representó a la familia Valdés en el caso y emitió un recurso de queja contra la sentencia, detallando una serie de irregularidades que habrían buscado cerrar el juicio con celeridad.
Hoy el hombre que disparó contra el papá de Moyenei vive solo en La Florida y trabaja como conserje en un condominio; no contestó los llamados de La Tercera.
La cantante insiste en que no hay tiempo para revanchas o nostalgias. “Llegué a un contexto en donde me pude encontrar conmigo misma. Perder a mi padre significó irme hasta el lugar más oscuro de mi propio infierno. Y tuve que estar ahí para sentir que quería salir de eso, que deseaba sanarme. No quería ser más la persona que estuviera siempre enojada”.
También, su experiencia -y el contenido que tendrá el documental- lo extrapola a la historia reciente del país: “En Punta Peuco, los militares hicieron un perdón falso, casi al aire, encerrados. En Chile no ha existido un proceso real de reparación, de asumir la responsabilidad de lo que hiciste, de poner como iguales al rico y al pobre, al ateo y al católico, al asesino y a la víctima, tal como me pasó a mí”.
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