viernes, julio 13, 2018

El uruguayo arriba como Profesor visitante de la Universidad Católica: Llega el guitarrista que puso en el centro del mundo a América Latina

El Mercurio

Eduardo Fernández abrió el camino para las futuras generaciones al irrumpir en los años 70 en la primera línea de la música. Viene a dar clases en Chile y el jueves ofrecerá un recital gratuito. 

Romina de la Sotta Donoso
"Raras veces hemos presenciado un debut más notable, en cualquier instrumento", decía, textual, el crítico de The New York Times. Era 1977 y se refería al primer concierto en Estados Unidos del uruguayo Eduardo Fernández (1952). Tenía 24 años.

"A mí lo que siempre me interesó es hacer música lo mejor posible; todo el resto viene por añadidura", comenta él, que fue el primer guitarrista latinoamericano en lograr reconocimiento internacional.

Fue artista exclusivo de Decca, grabó una veintena de discos con versiones de referencia y ha actuado en las mejores salas del mundo. Sin embargo, en un rincón privilegiado de su memoria está su debut en nuestro país.

"Fue en 1971; yo tenía 19 años y era la primera vez que tocaba fuera de Uruguay, así que es un recuerdo que no se olvida", dice.

Fue una visita como las de entonces: dio 21 conciertos en 17 días. No teníamos infraestructura cultural, pero sí el genuino interés de diez ciudades que lo recibieron donde pudieron, desde el Teatro Municipal de Santiago, hasta el Salón de Actos del Cuerpo de Bomberos de Talcahuano y la Escuela Normal de Valdivia.

Fascinación docente

Eduardo Fernández llegó a la guitarra por la música clásica, y no por la popular, porque América Latina entera era otra.

"En casa siempre se escuchaba música clásica, y había una cantidad de discos; algunos de Andrés Segovia también. Recuerdo que cuando tenía 7 años ya era evidente que a mí me interesaba la música y que tenía que estudiar algún instrumento. Era el piano o la guitarra, y el piano, en ese momento, me parecía una máquina bastante intimidante y fea", ríe.

Solo tiene elogios para el fenómeno guitarrístico que se ha dado en los últimos 30 años en nuestro país: "Chile es una especie de fábrica de guitarristas muy buenos, de grandísimo nivel internacional, no solo instrumental, sino también musical y eso es muy destacable".

Invitado por el Programa de Profesores Visitantes del Instituto de Música UC, la estrella uruguaya vuelve a Chile. Entre el lunes 16 y el jueves 26 de julio, dará un curso, clases magistrales, conferencias para todo público y un recital gratuito (Artes.uc.cl).

"Me fascina enseñar, especialmente porque en una clase uno nunca sabe qué va a pasar; todo depende de la reacción del alumno, de la obra que se esté trabajando, de los puntos de vista que pueden aparecer en el momento. A veces uno aprende más en las clases que estudiando una pieza. Quizás aprendo yo más que los alumnos", ríe.

Autor de los libros "Técnica, mecanismo, aprendizaje" y "Ensayos sobre las obras de J. S. Bach para laúd", abordará dos temáticas: cómo interpretar la música de Bach, y los paradigmas técnicos de los guitarristas de la primera generación del siglo XIX, autores de un repertorio que considera subvalorado.

Y justamente abordará piezas representativas de ambas temáticas en el recital gratuito que dará el jueves 19, en la Casa Central UC (Alameda 340, 19:30 horas).

Tocará "Fandango Variado", de Dionisio Aguado y García, un autor cuya escuela, dice, "es la que ha llegado hasta nuestros días", y la Sonata Op. 22, de Fernando Sor, de cuyo nacimiento se cumplen 240 años. "Es la más ambiciosa obra para guitarra escrita hasta ese momento", apunta.

Igualmente celebrará el aniversario 333 de Bach. "Con todo lo que le interesaba la numerología, creo que a él le hubiera gustado que se festejara este aniversario tan singular", dice. Eligió la Ciaccona BWV 1004 y la Suite BWV 996. Explica que la Ciaccona "es una de las obras más grandes del repertorio y es de lo más paradigmático de Bach". Y la Suite, aclara, es originalmente para lautenwerck , "un instrumento de teclado que había inventado un primo de Bach, y que aparentemente sonaba bastante parecido al laúd. Es una especie de clave, pero con las púas más blandas y tipos de cuerdas diferentes que tenía un sonido menos agresivo que el clave".

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