El Mercurio
La sociedad piano, contrabajo y batería representa el punto de partida prácticamente para cualquier propuesta jazzística. Aquí, una panorámica de cómo se explora el formato.
IÑIGO DÍAZ
Al menos tres pianistas chilenos de jazz escriben hoy sus historias en España. Y en sus diversos rumbos musicales, los tres han puesto el foco en el trío de piano, contrabajo y batería, la molécula de tres átomos que da soporte a distintas combinaciones en los formatos jazzísticos. Fran Suárez lo hizo con el disco "Imaginario" (2014) y Jorge Vera con "Luz" (2016). El último de ellos es David Poblete, formado en el piano clásico y con una larga vida en Barcelona.
Solista, compositor y también educador de la escuela Espai Jazz en Girona, Poblete acaba de publicar el disco "Barna Sants", con el sello Youkali Music, junto a su trío con los europeos Manel Vega (contrabajo) y André Mallau (batería). "Hay un cierto viaje a la tradición, algo que siempre quise abordar. Sumergirme en el idioma del blues y todo lo demás. También uno de mis amores: las baladas. En mis comienzos quedé asombrado por el sonido y la poesía del sonido de Bill Evans en las baladas y, de alguna manera, ha sido un referente y un desafío desde hace mucho tiempo", dijo Poblete en una entrevista con Jazz Blues News.
No es el único jazzista chileno actual que se ha vinculado con la figura, la obra y la épica que representa el pianista Bill Evans. De una grabación sin mayores pretensiones, realizada en una casa cerca de la Villa Frei, salió uno de los discos más interesantes de la temporada. Terminó titulándose "We love Bill Evans", y tiene al trío del baterista Cristóbal Massis, otro músico formado en Barcelona, como protagonista.
"Bill Evans fue un precursor y fue muy importante a la hora de ir avanzando en el lenguaje del trío de piano. Para nosotros tomar su repertorio es un gesto de respeto y admiración", señala Massis frente a la dinámica mirada que se expone en este disco sorprendente, con piezas evansianas como "Time remembered", "Turn out the stars", "Five" o "Displacement", aquí vistas junto al contrabajista Sebastián González y el pianista curicano Sebastián Castro.
"Dentro de un trío el sonido del jazz es más tradicional. Componer para este formato es complejo porque tienes que cubrir más funciones melódicas, contrapuntísticas y armónicas", dice el propio Castro desde Hannover. Junto con "We love Bill Evans", de Massis, él grabó sus propias sesiones a trío para el disco "Forastero", con Hugo Rojas (bajo) y Juan Pablo Jaramillo (batería), con composiciones como "Danza sativa", "A lo Chopin" y "Mr. Peterson", un homenaje a ese pianista demoledor que fue Oscar Peterson.
En cambio, Patricio Varela, pianista y profesor nacido en Coquimbo y radicado en Copiapó desde hace 17 años, explora otras vetas con su trío, formado por los nortinos Guillermo Marambio (contrabajo) y Coke Cortés (batería), en el reciente disco "Esencia". "Durante mucho tiempo fui pianista de música popular. En Coquimbo toqué tango, bolero, ritmos bailables y tropicales. Ahora estoy buscando mi propia voz y de ahí viene el título del disco, que tiene esa esencia tan latina del puerto nortino", dice Varela, quien presentará a su trío el 17 y 18 de agosto en la gran sala del Centro Cultural Atacama.
En un campo minado se mueve el trío que el contrabajista Rodrigo Espinoza reunió para grabar "Siete flores negras": siete ideas para improvisar con absoluta libertad y riesgo junto a Leo Genovese (piano) y Gabriel Puentes (batería): "Tratar de entender lo que hicimos es difícil. Es mucho más estimulante entregarse".
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