viernes, noviembre 09, 2018

"1995, el año que nos volvimos todos un poco locos" queda al debe

El Mercurio

MARIO VALLE
En un año en que la cartelera ha sido prolífica en musicales, algo poco usual en el medio local, llega ahora "1995, el año que nos volvimos todos un poco locos". Y se presenta en un escenario en el que ha habido esta temporada representantes del género con dispares resultados: un sorprendente "Morir de amor" y una deslucida versión local del exitoso montaje español "La llamada".

Esta nueva exponente del teatro musical, basada en la novela "El año que nos volvimos todos un poco locos" (2012) del dramaturgo Marco Antonio de la Parra (incluida en el plan de lectura de educación media) y bajo la dirección de la talentosa Maitén Montenegro, de vasta trayectoria en el mundo musical en Chile y el extranjero como productora, actriz y cantante, no alcanza un nivel óptimo.

El argumento es simple: Frida y Jaime, dos exalumnos de un colegio -el Chilean Mountain School-, se reencuentran (sin quedar muy claro el por qué) y rememoran el año 1995, cuando terminaron sus estudios secundarios. De ahí surgen pinceladas de temas como el bullying, las relaciones con los padres y la depresión juvenil, sin ahondar mayormente en ninguno de ellos. Los profesores brillan por su ausencia, pese a que en los recuerdos de la etapa escolar ellos suelen estar presentes ya sea para bien o para mal.

La escenografía es pobre: una sala de clases y, a un costado, la casa de uno de los alumnos o, más bien, la pieza, donde se ve a sus padres.

Los protagonistas, Santiago Tupper y Nathalie Nicloux, cumplen en lo vocal, aunque sus roles no tienen mayores exigencias interpretativas al ser una especie de narradores que van intercalando las distintas escenas. En cierto modo, cansa su reiterativo desplazamiento por el escenario y ella varias veces no para de tocar su cabellera. El resto del elenco lo componen 17 jóvenes que representan al curso de los protagonistas. En eso hubo un buen casting , ya que sus fisonomías son diversas. Pero en ellos se nota que son novatos en estas lides. Varios aparecen sobreactuados, no vocalizan bien y más de alguno grita sus textos. Sobresalen Sofía Galleguillos (Frida escolar), Adonys Díaz y Jacob Reyes, por su voz.

Rescatable es el aspecto musical, pese a que son pistas grabadas. A cargo estuvo el compositor, cantante y productor Rodrigo Aray, quien ha desarrollado su carrera en México, Argentina, España y Estados Unidos. Sus composiciones resultan "orejas" y con un sello noventero que combina rock, balada e incluso rap, pese a no ser un estilo de la época. En algunos momentos el sonido tiende a saturarse. Los temas son bien acompañados por coreografías que se ven limitadas por lo estrecho del escenario.

Al igual que "Condicional", musical con que el Teatro UC celebró sus 75 años, cae en el error de mostrar un segmento juvenil más bien superficial. Tampoco se podría decir que representa la identidad nacional como fue promocionado. Un montaje que queda al debe y que más bien se percibe como una representación amateur . Dada la cantidad y calidad de producciones locales de este tipo realizadas en el último tiempo, ya no es el momento para hablar de buenas intenciones.

Teatro Nescafé de las Artes. Martes a sábado a las 20:30 horas. Domingo a las 19:30 horas. Hasta el 17 de noviembre.

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