El Mercurio
El multiinstrumentista y profesor ha sido el único cultor del jazz en ser considerado Figura Fundamental de la Música Chilena. El musicólogo Álvaro Menanteau escribe "Una vida en el jazz".
IÑIGO DÍAZ
"No creo en el ayer ni en el mañana. Ni siquiera creo en el hoy. Todo está fundido en el siempre", dijo una vez Roberto Lecaros Venegas. Una reflexión que viene a condensar sus 74 años en tres líneas, la idea del continuo presente que aquí recoge el divulgador Miguel Vera Cifras en su prólogo para esta nueva biografía de un músico chileno de la historia: "Una vida en el jazz" (SCD / Hueders).
Esa vida musical comenzó cuando Lecaros, de 13 años, descubrió una tuba margarita en un concierto de jazz en una fiesta mechona de la Universidad de Chile, que él terminó tocando con el conjunto esa misma noche sin tener ni la menor idea de cómo maniobrar tamaña máquina de metal. En adelante ha sido un protagonista de los zigzags y las transformaciones de esta música en Chile desde 1959.
El libro fue escrito por el musicólogo Álvaro Menanteau, también autor de la primera investigación académica acerca del jazz en Chile, y será presentado mañana en el marco de la feria de música Pulsar, que se realiza en la Estación Mapocho.
Como una monografía en diez capítulos, transita por la historia lineal del único exponente del jazz que ha obtenido la distinción de Figura Fundamental de la Música Chilena, otorgada en vida por la SCD. Va desde sus tiempos de formación como niño músico al interior de una familia grande en el barrio de la Plaza Manuel Rodríguez, hasta el presente como profesor en su casa de avenida Larraín, donde alguna vez "podía ver todo el horizonte y ahora veo edificios".
"Una narración historicista permite vincular la vida personal con el entorno. En el caso de Lecaros, los acontecimientos familiares, el ambiente laboral y la bohemia, los vaivenes del Club de Jazz al que se unió, que son sus propios vaivenes y los duros acontecimientos políticos que vivió. Pero también veo este texto como una mirada al personaje", dice Menanteau, luego de 12 horas de conversaciones con el pianista, violinista, cornetista, contrabajista, tubista y maestro de sucesivas generaciones de músicos.
A lo largo de todo el libro se vislumbra esa intensa personalidad. "Traté de conservar su manera de hablar tan directa y la emocionalidad de los momentos cuando se mostraba enojado", dice Menanteau. "Mierda" es una palabra que se lee transversalmente, en sus opiniones y observaciones.
"Lecaros vivió con una gran pasión, no solo en la música. Tuvo un perfil musical muy interesante, porque no solo fue un jazzista duro, testigo de la transformación de su época más romántica, sino que pasó a la academia, fue músico de la Orquesta Sinfónica y se mantuvo al mismo tiempo como músico de oficio: él está conectado con el mundo real, tocando música bailable en el norte, integrando una compañía de zarzuela o tocando el piano en locales nocturnos. Hay mucho de nostalgia en su vida", dice el autor.
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