El Mercurio
Radicado en Alemania desde la década del cincuenta, el reciente Premio Nacional de Artes Musicales rememora su carrera y su cercanía con su tío Pedro Humberto Allende.
Maureen Lennon Zaninovic
Es sabido que el compositor chileno Juan Allende-Blin (1928) -el más reciente galardonado con el Premio Nacional de Artes Musicales- estudió, entre otras figuras de talla mundial, con Fré Focke, discípulo de Anton Webern; y con Olivier Messiaen. En los años 50 vivió y enseñó en Santiago (es profesor honorario de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile), y a fines de esa década se instaló en Alemania: primero Hamburgo fue su centro de operaciones creativas, y luego Essen, donde vive hasta hoy.
"Resido en Essen, pero mantengo bastante contacto con Berlín. Viajo frecuentemente, entre otras razones, porque mi editor alemán es de Berlín y porque sigo manteniendo una estrecha relación con la Academia de Artes de Berlín. El archivo de la Universidad de las Artes de esa ciudad custodia todos mis manuscritos y documentos", comenta el galardonado en un contacto telefónico, a pocos minutos de que Consuelo Valdés, ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio le comunicara la noticia de su importante reconocimiento. El músico añade que vivir en Essen tiene varios privilegios. "Queda en el centro de Alemania y lo maravilloso es que puedo tomar un tren y recorrer varias localidades cercanas. Cada ciudad que visito tiene un teatro, una casa de ópera y museos. Por eso estoy muy feliz de vivir en este país, hace 60 años".
Autor prolífico, Allende-Blin ha recibido numerosos premios y condecoraciones, entre otros la Cruz al Mérito de la República Federal Alemana, en 1999, y en 2017 la Orden al Mérito Pablo Neruda. Recientemente -en el marco de la celebración de sus 90 años- en Alemania le han dedicado varios conciertos. "Para mí este cumpleaños ha sido una alegría inmensa. Hasta el 24 de noviembre la Radio Alemana de Cultura transmitirá mi obra", advierte.
Fundamentalmente en la última década su trabajo ha tenido mayor difusión en nuestro país; entre otros hitos, en 2009 fue la primera audición en Chile de su obra dramático-musical "Expulsados del país"; y en septiembre del 2017 -en el marco de un Festival en honor a su tío Pedro Humberto Allende (1885-1959), Premio Nacional de Música 1945- la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, dirigida por Juan Pablo Izquierdo, abordó "Transformaciones I" y la reconstrucción que este compositor chileno hizo de la ópera inconclusa de Claude Debussy con textos de Edgar Allan Poe: "La caída de la casa Usher".
Al rememorar la génesis de esta última creación solo tiene agradecimientos hacia su tío Pedro Humberto Allende. "Él fue un amigo especial y un profesor extraordinario. Fue mi primer formador y, gracias a él, recibí una tradición muy completa, con influencias francesas y españolas". Añade que este inolvidable pedagogo y compositor mantuvo un contacto cercano con Claude Debussy. "Cuando yo era muy joven me contó que él tenía dos proyectos de ópera con textos de Edgar Allan Poe, pero que no las había concluido. Por una casualidad, muchos años después, supe que en la Biblioteca Nacional de París había un cuaderno con un gran fragmento de la ópera y lo fotocopié. Desde ese momento este proyecto comenzó a fascinarme más y tomé contacto con Hélène 'Dolly' de Tinan, hija adoptiva del creador de 'Peleas y Melisande'. Le escribí una carta con una crítica elogiosa de Debussy al Concierto de violonchelo de mi tío Pedro Humberto Allende y ella me invitó muy cariñosamente a su casa. Ahí nació una amistad y Dolly me facilitó más bosquejos de esta obra que quedó inconclusa. Yo la dejé inacabada. No le agregué ni una nota más. Lo único que hice fue unir los diversos fragmentos y los orquesté con la autorización expresa de la hija adoptiva de Debussy. El estreno fue en 1979".
-¿Qué destacaría de su formación con el gran compositor francés Olivier Messiaen (1908-1992)?
"Fue una experiencia magnífica porque con Messiaen tuve una relación tremendamente cercana y amistosa. Él me abrió caminos inimaginables, sobre todo porque era un analista maravilloso. Analizaba obras de Mozart, pero también de Stravinsky. Para mí era genial escuchar su reflexión en torno a la 'Consagración de la Primavera'. Eso, naturalmente, contribuyó mucho a mi desarrollo musical".
-¿Está de acuerdo con la calificación de músico serialista?
"No me gustan las etiquetas. Para mí se trata de hacer música y para ello empleo métodos los que, en algunas ocasiones, pueden incluir series. Lo que me interesa es desarrollar un lenguaje propio, un lenguaje nuevo y eso se hace a través de medios técnicos que algunos suelen llamar serialismo, pero son métodos transitorios. El resultado es lo principal. No el método".
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