El Mercurio
La neozelandesa regresó a Chile para encabezar un festival Fauna Primavera que, en su octava versión, no estuvo exento de problemas logísticos.
Bárbara Castro
Vestida de vaporoso blanco y como salida de un sueño, Ella invitó a todos a su fiesta.
En perfecta contradicción con su público, una multitud millennials vestida de estampados llamativos con maquillaje y cabelleras igual de vistosas, Ella Yelich-O'Connor -el nombre real de Lorde- volvió a pisar el país, deleitando a sus seguidores y acaparando la atención del resto de los asistentes al festival Fauna Primavera.
La entrada sirvió de testimonio a "Melodrama", su segundo y más reciente trabajo que, fiel a su nombre, se aleja de la efervescencia adolescente de sus inicios con acelerados arreglos pop que versan sobre relaciones fallidas y la llegada de la adultez.
La noche del sábado en Espacio Broadway se transformó así en una ensoñación colectiva conducida por la neozelandesa, potenciada por atractivas visuales y una tropa de bailarines que la acompañaban en sus movimientos frenéticos sobre el tableado, a ratos haciéndola levitar.
Esta encarnación lúdica se apoderó así de las siempre coreadas "Team", "Tennis court" y "Royals", temas que la catapultaron a lo más alto con apenas 16 años y que la trajeron a Chile por primera vez en 2014.
Lo hiperactivo del festejo bailable demandó un interludio para recobrar el aliento. Despojada de su puesta en escena, la oceánica dedicó unas palabras a sus fanáticos antes de entonar, con visible emoción, las baladas "Liability" y "Writer in the dark".
El fervor del momento distaba de lo ocurrido un rato antes: al mismo tiempo que comenzaban a salir en escena varios de los platos fuertes de la cita, como At the Drive-in y Death Cab for Cutie, cientos de asistentes escucharon el debut de estas bandas en Chile a la distancia, gracias a las largas filas y espera de más de dos horas en los servicios de comida. Más tarde, con la psicodelia electrónica de MGMT de fondo, la escena seguía siendo la misma.
El mal rato parecía lejano mientras Lorde se acercaba a su cierre, que diseñado como una maratón imparable de hits , dejó al público sin aliento brincando al ritmo de "Green light", un final que hizo olvidar las bajas temperaturas de madrugada.
A la salida, los asistentes se toparon con un atochamiento vehicular que en ocasiones los obligó a extender su estadía en el recinto de Pudahuel por más de una hora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario