El Mercurio
Para el filósofo , el Nobel fue la voz de un colectivo y en sus poemas maduros hay sabiduría. Lo revela en su libro "La ciudad Amarga. Relectura personal de Neruda".
Romina de la Sotta Donoso
Gastón Soublette se reunió muchas veces con Pablo Neruda entre 1965 y 1967, cuando coincidieron en París. "Llevarlo a una conversación seria sobre su poesía era imposible. Hice varios intentos, porque yo quería escribir una entrevista, pero nunca llegó el momento. Siempre me hablaba en términos anecdóticos. Era un tipo encantador en ese sentido, súper entretenido; las anécdotas que contaba eran muy sabrosas. Él hacía una separación muy clara en el momento de escribir, que era como un trance para él, y su relación con la gente, que tenía que ser liviana, porque si hubiera seguido siendo profunda, yo creo que se muere el hombre", recuerda el filósofo.
Sin embargo, él nunca lo ha dudado: Neruda es un profeta, y la fuerza de su poesía viene del colectivo. "Tal como Violeta Parra, Neruda no se debe a sí mismo, se debe al colectivo. Un poeta cuando escribe un poema pone en juego la totalidad de su constelación psíquica. Es intelecto, emoción e intuición, y a ese conjunto, cuando funciona, se le llama inspiración. Y si hablamos de un gran poeta, la decisión de escribir un poema no es una deliberación plenamente consciente, hay una pujanza que viene del inconsciente y que los presiona a transformarse en profetas. Su inspiración es la voz del colectivo", asegura.
Soublette ya le dedicó al Nobel un libro: "Pablo Neruda, el profeta de América" (1980), donde identificó el simbolismo presente en "Canto General" para demostrar que "esos poemas no están tan influidos por la ideología política de él como por su vocación indigenista".
Y ahora ofrece una nueva hermenéutica en "La ciudad Amarga. Relectura personal de Neruda" (Ediciones UC, 144 páginas). El libro será lanzado a las 17 horas de este domingo en el GAM, en el Festival de Autores Santiago.
"Si comparamos los mismos hechos, cuando Neruda los describe en sus libros autobiográficos o en poemas, existe una diferencia tremenda. ¿Cuál de las dos versiones es la verdadera?", inquiere.
Toma como ejemplo su aventura con Josie Bliss: "La versión que él da en 'Confieso que he vivido' es pobrísima, porque solamente al versificar él pone en movimiento otras facultades de la psique humana y puede hablar de lo inefable de esa relación. La verdad está en 'El tango del viudo', y otros poemas que le dedica a ella".
Aclara que fue distinto de los amores anteriores "porque esta mujer le hizo frente, las otras fueron víctimas de él. Entonces él adquirió respeto por esta persona, no podía hacer lo que quería con ella, y que además lo cuidaba como un niño grande. Era una amante maternal, y eso es muy importante para él".
"A través de la hermenéutica que hago yo, con esta orientación psicocrítica o mitocrítica, se pueden decir cosas de él que todavía no se han dicho, por ejemplo, que los 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada' deberían llamarse 'Poemas eróticos'. Cuando él dice 'Amor que quiere dejar de amar para volver a amar', él confiesa que está utilizando a estas pobres mujeres. Esto no es amor, sino un alto erotismo que él necesitaba para aliviar su angustia de vivir".
Angustia que podría tener dos razones: "Creo que él sintió más hondamente que ningún otro chileno la proximidad humana al infierno, y que no se consoló nunca del desarraigo, de esa tragedia de ser arrancado de la naturaleza y puesto en el pavimento de la ciudad".
Soublette identifica también aseveraciones nerudianas que exudan sabiduría, por su alto simbolismo, especialmente en "Memorial de Isla Negra" (1964), su autobiografía poética.
"Cuando él dice 'Nació un hombre entre otros hombres que nacieron y otros que vivieron', se estaba haciendo solidario de los problemas y sufrimiento de los demás hombres. ¡Y antes no tenía noción de eso, él era solo en el mundo!", asevera Soublette. "Esa es la mejor parte de él, moralmente. A pesar de ser un sibarita y todo lo que tú quieras, fue un hombre que sintió el sufrimiento de los otros", dice.
"El pasaje cumbre de 'Memorial de Isla Negra' es cuando él dice 'Quien conoce el quién soy conocerá el quién eres'. O sea, aquél que ha tenido una experiencia profunda de sí mismo también la puede tener de su prójimo. Esa es una actitud sapiencial de él", remata.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario