El Mercurio
El chileno dirige desde hoy la Orquesta de Cámara, en obras famosas de Haendel y Mendelssohn, más un estreno mundial.
Romina de la Sotta Donoso
Al ver que los diarios lo llamaban "maestro da cidade", en su primer año como director titular de la Sinfónica de Campinas, Víctor Hugo Toro (1975) tomó conciencia del profundo vínculo que existe entre esa ciudad brasileña y su orquesta.
Y ahora que está en su séptimo año como titular, el músico chileno acaba de ser testigo de la fortaleza de ese vínculo, en época de crisis.
"Un vereador (concejal) de Campinas anunció un proyecto de ley para suprimir la orquesta con el argumento de que eso permitiría construir tres o cuatro salas cuna", cuenta Toro.
"La ciudad reaccionó de inmediato, hubo cartas en los diarios, y marchas de apoyo a la orquesta, con pancartas, mientras nosotros explicábamos que la orquesta le cuesta el equivalente de tres boletos de metro al año a cada campinero", agrega.
La Sinfónica de Campinas es la más antigua, en actividad, de todo Brasil, y cumplirá 90 años en 2019. "Tenemos un año entero de celebraciones", anuncia Toro. Además de exposiciones e itinerancias, remasterizarán su extensa discografía, harán un documental y estrenarán una serie de nuevas obras comisionadas por el aniversario.
Por lo mismo, el próximo año su foco estará en Brasil. No obstante, Toro dirigirá a la Orquesta Estable del Teatro Colón en el apoteósico Centro Cultural Kirchner. "Y también quiero seguir viniendo a Chile, al menos una vez al año", dice.
Así, hace un mes y medio, condujo la Orquesta de Cámara de Valdivia, en un atractivo programa que incluyó una orquestación que él mismo hizo del ballet "Cascanueces", de Tchaikovsky, a 125 años de su muerte.
"Me entretiene hacer arreglos y componer, pero soy un director de orquesta que compone, no al revés. Y tengo la ventaja de que semanalmente trabajo con los mejores profesores de composición de la historia, con todas las obras que tengo que estudiar", ríe.
En su visita de 2016, de hecho, estrenó su propia orquestación de "Cuadros de una exposición", de Mussorgsky, con la Orquesta de Cámara de Chile. Y ahora, este conjunto lo volvió a invitar, para cuatro conciertos gratuitos. Hoy actuarán en la parroquia La Transfiguración del Señor de Las Condes; mañana, en Espacio Peñaflor; el viernes, en el Teatro Municipal de Ñuñoa, y el sábado, en Litueche (Cultura.gob.cl).
Entretención y calidad
Con financiamiento de los Statens Kunstfond de Dinamarca, Toro y la orquesta estrenarán "Fabule", del danés radicado en Chile Lars Graugaard. "La obra funciona muy bien, es un compositor con oficio, muy coherente", comenta Toro.
También tocarán dos suites de composiciones archiconocidas que tienen la virtud de ser muy entretenidas y de calidad artística: "Música del agua", de Haendel, y "Sueño de una noche de verano", de Mendelssohn.
"Haendel escribió estas danzas barrocas con el propósito de entretener al rey Jorge cuando paseaba por el Támesis, pero es muy buena música, porque él sabía agradar sin ser condescendiente o burdo", dice Toro.
Y de la música escénica que Mendelssohn hizo para la comedia de Shakespeare, enfatiza que "es mágica. Se escuchan los sonidos del bosque y las fanfarrias, pero si alguien no conoce la historia de referencia, puede disfrutarla de todas maneras, porque es muy entretenida".
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