María Soledad Ramírez R.
Cultura
El Mercurio
Un convenio con una productora para gestionar el espacio resultó ser un mal negocio, con aristas impensadas.
Fechas canceladas de conciertos, entre ellos tres de Roberto Bravo, la desaparición de un piano que usaría este y la entrega de cheques sin fondo más el incumplimiento de cláusulas de convenios son los hechos que se reúnen en torno al Teatro Municipal de Ñuñoa, ex-California, en estos dos primeros meses de 2019.
El teatro está en comodato a la Corporación Cultural de Ñuñoa por su dueños, la Asociación de Funcionarios del Banco de Chile. Una nueva renegociación del comodato puso a la corporación en una situación compleja en términos financieros: anualmente, por concepto de arriendo y mantención, deben gastar $120 millones.
Esa habría sido la razón para buscar una empresa que se hiciera cargo del teatro, según relata la directora gerente de la Corporación Cultural de Ñuñoa, Verónica Farfán. "Teníamos que hacer gestión", señala y agrega que la empresa les presentó un programa "que nos convenía".
Fue así que a fines de noviembre de 2018 se celebró un convenio entre la corporación y la productora Cinco y Medios, representada por Cristián Inostroza, para que esta asumiera la gestión cultural, artística y comercial del teatro durante 2019.
A fecha de hoy, tal convenio se ha revocado, por el incumplimiento del proyecto presentado por la productora y de las cláusulas financieras, confirma Ludwig Bornand, director del departamento de Asesoría Jurídica de la Municipalidad de Ñuñoa.
Esta situación la confirma Verónica Farfán, quien señala que Cinco y Medios realizó un trabajo insatisfactorio, que trajo problemas a la corporación, que es la cara visible de teatro. "Somos responsables de esos problemas, por cierto, porque nosotros les arrendamos", señala Farfán.
Pero tanto ella como Bornand se desligan de una de las aristas del problema generado por la productora. Se trata del piano que el artista y dueño de la empresa Casa Chopin Pianos, Juan Estay, le vendió a Cristián Inostroza, por $26 millones más IVA, pagados en cinco cheques.
Estay acusa que los cheques no tienen fondos y que el piano ya no está en el teatro, como comprobó este fin de semana. "Pasé por casualidad al teatro para ver en qué estaba el tema del piano y me encontré con la sorpresa de que ya no estaba. Le pregunté al conserje y me dijo que se lo habían llevado", relata. Logró hablar con Inostroza, quien le propuso devolvérselo, pero él, a sugerencia de sus abogados, no aceptó. Y cuenta que fue a la municipalidad para recibir alguna respuesta, donde se reunió con el alcalde, Andrés Zarhi, pero "no se está haciendo cargo del tema". El abogado Bornand niega que el alcalde estuviera presente en esa reunión, pero sí él. Afirma que ellos no tienen que ver con este asunto, ya que la compra de un piano no era parte del convenio firmado con la productora.
"Ya hice la denuncia a Carabineros con todos los documentos", señala Estay, quien también quiere que la corporación se haga cargo de este robo, como él lo llama.
Afectados también quedaron los artistas que iban a participar de los conciertos este verano. Roberto Bravo cuenta que tenía tres programados y que lo fueron corriendo de fecha, hasta ya no saber nada y enterarse de lo del piano. "El hecho es que tú no puedes robar un piano a plena luz del día", señala, apoyando a Estay en su reclamo.
Orquesta de Cámara
Otra arista implicaba a la Orquesta de Cámara de Chile, que lleva 26 años vinculada al teatro. Es acá donde realizan sus ensayos, de lunes a viernes, y su temporada de conciertos.
El convenio con la productora los había dejado sin dos días de ensayo, lo que suponía cambiarse a otro lugar. Pero el fin del convenio ha aquietado las aguas, ya que nada cambiará con respecto a sus ensayos y conciertos y el Ministerio de las Culturas pagará a la Corporación Cultural de Ñuñoa $30 millones anuales, lo que cubrirá una parte del gasto que hoy enfrenta el Teatro Municipal de Ñuñoa.
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