domingo, abril 07, 2019

Alberto Larraín, psiquiatra y director de la Fundación Procultura: "La salud mental tiene una vinculación directa con el patrimonio"

ELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZ
Artes y Letras
El Mercurio

La experiencia y metodología de la fundación Procultura han dejado huella en Chile a través de sus diez años de vida. "Para vivir mejor debemos relacionarnos desde lo que hemos sido y lo que somos, potenciar la vida en comunidad", explica Larraín.



Lota fue la primera ciudad de Chile en contar con energía eléctrica -su central hidroeléctrica fue diseñada por Thomas Alva Edison- y en tener un semáforo. Posee un rico patrimonio, pero también una historia de pobreza y marginación: más de 2.500 familias viven en campamentos sin agua potable o alcantarillado. Lota es uno de los lugares escogidos por la Fundación Procultura para potenciar su patrimonio y lograr que este contribuya al bienestar de los lotinos. Hoy es el primer destino turístico del Biobío, pero no siempre sus habitantes reciben los frutos.

"En esta década nuestro trabajo ha sido amplio, pero lo que más nos ha marcado es la decisión de estar en comunas vulnerables. Son comunidades donde hay desconfianza al principio, pero el trabajo sostenido y tener la excelencia como máxima trae buenos resultados", explica el director ejecutivo de Procultura, Alberto Larraín (37), quien es médico con especialidad en psiquiatría y salud pública.

¿Un psiquiatra en el ámbito patrimonial? Para Larraín, existe mucha conexión entre las dos esferas. "El tema de la salud mental tiene una vinculación directa con el patrimonio, ambos ponen en valor la historia y la identidad; la psiquiatría desde las personas y el patrimonio desde las comunidades. Chile tiene uno de los peores indicadores de salud mental del mundo y esto no se soluciona únicamente desde el sector salud. De hecho, ahí siempre llegamos tarde, ya que la persona ya está enferma al consultar".

Según Larraín, "toda la evidencia dice que lo que debemos hacer para disminuir las enfermedades mentales es relacionamos desde lo que hemos sido y lo que somos, es decir, potenciando la vida en comunidad. Esto tiene directa relación con nuestro trabajo, porque buscamos poner en valor la historia, el patrimonio y la identidad. Mejorando la calidad de vida, las enfermedades mentales disminuyen".

Por lo general, en las distintas regiones Procultura escoge comunas que conjuguen riqueza patrimonial y necesidad de apoyo. "Algunas tienen un gran nivel de vulnerabilidad, son comunidades dañadas, con problemas de delincuencia, ambientales, sociales. Se les han hecho promesas históricas de cambios y han visto pocos resultados. En cada lugar se busca convertir el patrimonio y las tradiciones en un activo, que también refuerce la autoestima de los habitantes".

Cinco archivos fotográficos de pueblos a través de Chile, veinte inmuebles patrimoniales restaurados -entre ellos el Palacio Iñiguez, el Teatro Cinema de Porvenir, la Posada del Corregidor y las viviendas patrimoniales de calle Abate Molina para arriendo de inmigrantes y tercera edad -, libros y numerosos proyectos comunitarios son parte del camino recorrido, senda en la que Larraín subraya la importancia de no quedarse solo en el pasado. "El patrimonio no solo habla de quienes precedieron a la comunidad, lo que da una continuidad, sino que es algo bello, algo que humanamente hace bien. En Lota, la comunidad realizó el año pasado un gran mural con el artista Mono González sobre la historia de Lota, que incluye no solo el carbón, sino también los pueblos originarios, el mar, los humedales. La comunidad puede formar nuevos patrimonios".

Pasajes a Lota

Hace diez años nació Procultura, de la mano de la profesora, fotógrafa y conservadora patrimonial Ilonka Csillag, quien hoy es su presidenta honoraria."Procultura se inicia con un sueño, un sueño que compartimos con Alberto Larraín. Partimos con una oficina móvil llevada en un maletín. En ese entonces, cuatro personas formaban parte del equipo, hoy son más de 40 personas profundamente comprometidas y con una capacidad de trabajo admirable, es una organización centrada en las personas y las comunidades", agrega Ilonka Csillag (quien en 2019 se tomó un período sabático).

"Recuerdo que partimos con Ilonka estudiando la posibilidad de hacer libros sobre patrimonio. Cuando vino el terremoto del 2010, tuvimos que cambiar el foco. Formulé dos proyectos de restauración: la escuela jesuita de Calera de Tango y el salón de actos del San Ignacio. Me decían que era imposible que un médico se los adjudicara. Finalmente lo hicimos y además sumamos la capilla de Los Lingues y la iglesia de La Torina en Pichidegua. Ese sería parte del camino de la fundación: nos han dicho muchas veces que no, pero al final lo logramos", rememora Larraín.

Tras viajar a la Región del Biobío durante dos años para coordinar proyectos, Larraín se instaló este año a vivir en Lota junto a sus tres hijos (de 11, 8 y 6 años) y su esposa Josefina Huneeus, también psiquiatra. "Apostamos por la descentralización. Y nuestro discurso tiene que ser consistente con la acción. Agradezco a mi familia por todo su apoyo. En Lota decidimos ir a apoyar un gran proceso que ha encabezado la ciudadanía mediante la 'Mesa de patrimonio' de la que hoy somos parte". Entre las tareas en que se han involucrado está la restauración de una casa patrimonial en la plaza de Lota para albergar un museo dedicado a la tradicional cerámica de Lota, que incluirá una escuela-taller que buscará no solo revivir las técnicas, sino además generar una fuente de desarrollo local. Además, Larraín atiende como psiquiatra en Lota.

¿Cómo se parte trabajando con una comunidad que los desconoce? Una puerta de entrada es organizar un archivo fotográfico sobre las personas del pueblo y sus antepasados. A través de mensajes de radio, carteles y otras fórmulas, se les pide a los habitantes que colaboren con sus fotos y se va corriendo la voz. Se arma una exposición con las imágenes, en la que los espectadores se identifican y reconocen a sus familias. Según Larraín, otra forma es partir con la restauración de inmuebles de alto valor afectivo para la comunidad, "donde buscamos un modelo de gestión que lo haga sustentable y se vincule al desarrollo o calidad de vida de las comunidades".

"Además, al comenzar explicamos que es un proceso que va a durar al menos 10 años, lo que aterriza las expectativas. Para que la comunidad se 'apropie' de los proyectos, se requiere la construcción de confianzas, capacitación de personas y el acompañamiento de los liderazgos locales. En Tierra Amarilla, por ejemplo, ya llevamos cinco años trabajando en alianza con Candelaria. Se ha elaborado un archivo fotográfico, una guía patrimonial, se restauraron las fachadas de la avenida principal y se construyó un Paseo de las Artes".

A juicio de Larraín, un ejemplo contrario lo constituye San Pedro de Atacama, "un lugar maravilloso, pero donde el desarrollo más bien ha venido desde afuera y la comunidad se ha ido vaciando de su propia historia y pertenencia". Algo similar detectaron en el sur de la Región de Los Lagos. "Hay grandes atractivos, pero no hay un discurso articulado. Los turistas visitan el parque de Tompkins y se van. No establecen ninguna interrelación con la comunidad".

Para remediarlo, surgió el proyecto "Patagonia Verde", que agrupa a las comunas de Cochamó, Hualaihué, Chaitén, Palena y Futaleufú. Se organizó a través de "mateadas" en las que los habitantes se juntaban a tomar mate y a conversar sobre su identidad, con el fin de distinguir los elementos que los definían como territorio y comunidad. Se identificaron las actividades locales con potencial de transformarse en experiencia turística: los ahumadores de mariscos, carpinteros de ribera, apicultores, recolectores de morcella, artesanas de fibras naturales, lana y cuero, los tejueleros. También se realizaron talleres con los habitantes y operadores turísticos locales. Luego de ese trabajo, se crearon productos turísticos que son promovidos por los agentes turísticos.

Colca: un ejemplo potente

"Siempre que llegamos a una comunidad, partimos mostrando la experiencia del Colca. Es un lugar de alta vulnerabilidad social, pero también de riqueza patrimonial y cultural", explica el director de Procultura. Se trata de un valle montañoso peruano que permaneció aislado durante siglos, lo que preservó su cultura y naturaleza. En los años 80 se conectó con el resto del país y empezaron a llegar turistas. Desde ese momento, el arquitecto español Juan de la Serna, de la Agencia Española de Cooperación Internacional, buscó apoyar a la comunidad para que el enclave no fuera destruido por el turismo masivo y, al mismo tiempo, los habitantes se 'apropiaran' del lugar y se capacitaran en la preservación del patrimonio y en otras actividades.

Hoy el valle es el principal foco turístico de la zona de Arequipa y ha logrado -no sin dificultades- preservar su espíritu y obtener beneficios para sus habitantes. De hecho, para celebrar los diez años de Procultura, la fundación invitó a Juan de la Serna, quien también ha trabajado en Tikal, Cusco y Antigua. "La pregunta clave en el Colca fue: ¿os gusta vuestro sitio? Si os gusta, quedaos allí, apropiaos de él, generad arraigo y comunidad. Lo bueno para los nativos es bueno para el buen turista, que busca lo auténtico. Hay que ver lo distinto de cada sitio, los valores locales y potenciarlos. Pero si se destruye la comunidad, los pueblos terminan convertidos en un parque temático", arguye Juan de la Serna.

"El rol de Juan es permitirnos soñar, tener ejemplos concretos de lugares en los que sí se logró un modelo centrado en las relaciones humanas", agrega Larraín. Entre otras iniciativas, en Colca se creó una "escuela-taller" y se levantaron viviendas sociales con técnicas tradicionales. "Aquí en Chile planteas hacer vivienda social sustentable y con autoconstrucción y te presentan diez peros. Pero allí lo lograron y nosotros estamos partiendo con esa área, dirigida por Pablo Marinao".

Para financiar sus proyectos, Procultura ha contado con el apoyo de empresas como Enap y Angloamerican y "también postulamos a fondos públicos: ley de donaciones, el fondo del patrimonio, Fondart, etc. Incluso hemos postulado al fondo de discapacidad, para vincular el patrimonio con temas de inclusión".

Ilonka Csillag agrega que, a el futuro, "un gran desafío es el desarrollo y coordinación de un trabajo estratégico interministerial y con otros agentes privados y públicos, para generar tareas con objetivos comunes". Y concluye: "Este trabajo es infinito... y particularmente creativo. De lo contrario sería imposible".

"Es infinito este trabajo. Y particularmente creativo, de lo contrario, sería imposible". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ILONKA CSILLAG

"El patrimonio no solo habla de quienes precedieron a la comunidad. También es algo bello, que hace bien". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ALBERTO LARRAÍN

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