El Mercurio
El barítono chileno cantará en el estreno mundial en español de la ópera "Dulce Rosa", de Lee Holdridge, cuyo libreto está basado en un cuento de la escritora chilena Isabel Allende.
Juan Antonio Muñoz H.
Javier Arrey (1982) está desarrollando desde hace años una ascendente carrera en el extranjero. Radicado en Washington desde 2010, su presencia es frecuente en escenarios como el Metropolitan de Nueva York, la Ópera de Washington y la Ópera de Viena. El ajetreo de su carrera lo llevará este 21 y 22 de agosto al Teatro Sodre de Montevideo, para el estreno mundial en español de la ópera "Dulce Rosa", basada en el relato "Venganza" que integra el libro "Cuentos de Eva Luna" de la escritora chilena Isabel Allende.
Con música del compositor estadounidense Lee Holdridge (1944), libreto de Richard Sparks y la dirección musical de Ariel Britos, "Dulce Rosa" cuenta la historia Tadeo Céspedes (Arrey), un revolucionario que, tras violar a la hija de 15 años de su enemigo político, Rosa (María Eugenia Antúnez), se enfrenta a ella años después y se produce entre ambos una relación que cambia la venganza por un amor obsesivo, situación que conduce a ambos a un duro punto de inflexión. "Me ha costado mucho construir a este personaje, que se debate entre sus ideales y su furia inicial, y que debe enfrentarse luego a esta situación inesperada donde sus sentimientos cambian y empieza a entender otras cosas".
Cuando Javier Arrey habla de sus inicios y de cómo llegó a la música, su voz se vuelve casi una evocación y se diría que se transfigura un tanto al recordar:
"Mi interés y amor por la música nacen junto con mi fe. Siendo muy pequeño llegamos con mi familia a una iglesia del sur de Chile en la que había muchísima música, coral e instrumental. Fue en ese lugar donde descubrí mi amor y pasión por el canto y la música, que son dones dados por Dios. Eso ha sido crucial en mi desarrollo artístico y personal. La esencia misma de nuestra actividad debería ser siempre compartir esto con otros; considero que mientras más logramos entender que estamos al servicio de la música y también del público, todo lo que hacemos sobre el escenario adquiere mayor profundidad y sentido".
-¿Y cómo influyó su entorno?
"Crecí en Valdivia, la ciudad más linda de Chile, en medio de esa naturaleza maravillosa. Seguramente ese paisaje y la lluvia también determinaron algún aspecto de mi vida artística. Soy el menor de dos hermanos. Mi padre es fotógrafo de profesión y mi madre, dueña de casa. Mi familia es la típica familia sureña, muy unida y acogedora. De mi padre aprendí el coraje y el arrojo para luchar por tus sueños, sin importar el tamaño de ellos. De mi madre, la perseverancia y el carácter para enfrentar los desafíos con tenacidad y fe. No estaría aquí si no fuese por ellos".
-¿Cuál siente que es el camino que está tomando su voz?
"Mi voz se encamina a pasos muy firmes hacia Verdi; cada día es más cómodo y satisfactorio ese repertorio para mí. No obstante aquello, considero que mi voz mantiene el gusto y flexibilidad por el repertorio de cámara, Mozart y el belcanto , que siempre disfruto muchísimo realizar. Ahí están el cuidado por la línea, la pureza del sonido y el canto legato que, en mi opinión, nace en el ámbito más íntimo, nace en el interior; quizás nace del silencio, pero sin dudas se produce antes del sonido mismo".
"Espero seguir sirviendo a todos esos sectores del repertorio. Creo que es fundamental mantener este equilibrio como cantante, además de muy sano. Me parece mucho más interesante, musicalmente hablando, que solo encerrarse en la ópera".
-¿Qué elementos identifica como pilares de su crecimiento como artista?
"El primer pilar ha sido entender que el desarrollo artístico es un proceso y no algo mágico que sucede en un par de clases con algún famoso profesor. En esto, la figura del maestro-formador es fundamental, pues, además de entregarte las herramientas técnicas y musicales necesarias, es quien te guía en ese camino para no cometer errores que podrían ser fatales. He sido tremendamente afortunado de tener a mi lado como maestro a Hans Stein, uno de los pocos y aún vigentes formadores que quedan en Chile. Otro pilar fundamental es el repertorio; es clave tener un repertorio adecuado para tu voz y edad, desarrollo técnico y también personal".
-Tras su experiencia en el extranjero, ¿cuáles siente que son las faltas del aprendizaje del canto en Chile? ¿Dónde hay que aplicarse?
"Definitivamente, la falta de formadores y mentores es algo preocupante. No hay recambio en las universidades y no se ha tomado con toda la seriedad el asunto y la necesidad de importar maestros y establecerlos en Chile para hacer escuela y academia en nuestro país. La otra grave falencia es la falta de oportunidades para cantar sobre el escenario como corresponde; me refiero a roles principales y con todos los ensayos que estos requieren, junto a un equipo artístico de alto nivel. La formación de todo cantante -e intérprete en general- tiene básicamente dos pilares: la sala de clases y el escenario. Es más, la consolidación final y más importante está justamente en el escenario y junto al público; en esta materia debemos avanzar sin demoras dando reales oportunidades a nuestros cantantes y artistas".
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