El Mercurio
A pesar de llevar más de tres décadas en el mundo del espectáculo y del surgimiento de otras artistas femeninas dedicadas al pop, Madonna continúa llevando la corona y con una devoción que pareciera no tener fecha de expiración. Aunque la diva tenga su carácter, todavía hay fanáticos que están dispuestos a vivir su vida por ella. Desde transformarse físicamente a dedicar una pieza completa en su honor, la soberana continúa su reinado en Chile.
Sofía Maluenda
Era mediados de diciembre y en Santiago llovía a cántaros. Cerca de 40 mil devotos aguardaban expectantes a la diva del pop. Algunos llevaban horas bajo la lluvia; la ropa mojada ya ni se sentía. Otros, entumecidos, se consolaban pensando que ya quedaba poco para su aparición. Pero eso no era cierto. Cuando Madonna por fin se dignó a salir al escenario del Estadio Nacional en 2012, lo hizo con dos horas de retraso. No solo eso, sino que además acortó su presentación a una sola hora y se peleó con un grupo de fanáticos que no quería dejar de fumar en la cancha. Si bien más de tres mil personas presentaron denuncias al Sernac por el incumplimiento del programa, otros fanáticos ni se lo cuestionaban. "Los que somos fans le vamos a aguantar todos los caprichos a la reina", asegura Carolina Baily, la imitadora oficial de la reina del pop en Chile. Y es que la "Madomanía" continúa siendo casi una religión.
"Arreglines" le llama al trabajo quirúrgico y estético que ha tenido que realizarse para aumentar su parecido con Madonna. Lleva 18 años transformándose en la reina del pop. Las primeras veces que se vestía de mujer, todos le mencionaban lo parecido que se veía a Madonna y así, de a poco, fue naciendo Carolina Baily, la imitadora oficial de la diva en Chile. "La primera vez que estuve muy cerca de Madonna, así como a un metro, fue en su concierto en 2008. Había esperado casi diez años por ese momento", dice Baily. Fueron dos fechas que reunieron a 140 mil fanáticos. "Fue una locura total, porque era primera vez que venía a Chile, entonces abarcó a mucho público ochentero", asegura. En su caso, también fue especial por otras razones: fue la primera vez que de verdad se sintió como la reina. "Era impresionante cómo me trataba la gente, porque lo más cercano que podían estar de Madonna era conmigo", recuerda. "Te da tantas cosas, que prefieres ser ella. ¿Qué haría yo por Madonna? Todo".
Una hora y media tarda, en promedio, su transformación en la diva del pop. "Pierdo mi propia identidad, porque cuando estoy de Madonna me transformo en ella y me creo dueña del escenario, del mundo, de la gente. Siendo Madonna te permites esas cosas porque te invade el cuerpo. Es una sensación increíble", dice Baily. Una cualidad que Andrés Caniulef pudo vivir en carne y hueso por ocho minutos al convertirse en el primer periodista chileno, hasta la fecha, en entrevistar en 2012 a la diva en Londres, conocida por su carácter especial. "Los de su propio equipo me dijeron de manera muy coloquial los temas que a ella no lo eran tan cómodos, como Lady Gaga en ese momento, y acciones que tampoco le son tan agradables, como besos y abrazos", dice. Sin embargo, en la entrevista, el periodista pudo conocer esa mística de Madonna que enamora. "Esperé siempre una actitud distinta, más déspota, incluso más pesada, pero no, ella fue muy amable y también empática. Así, mi percepción sobre ella mejoró y la humanicé", rememora.
"Madonna es todo"
Un fanatismo que para Eduardo Espinoza, presidente del Fan Club Oficial de Madonna en Chile desde sus orígenes en 2008, se manifiesta a través de la búsqueda insaciable de objetos de la artista. Más de 700 discos compactos, 400 vinilos y 450 revistas son algunos de los objetos que tiene en una pieza en su departamento dedicada exclusivamente hacia ella, la reina. El publicista también está atento a cada medio que publica contenido musical, por si llevan alguna noticia de la artista, que luego recortará y coleccionará en un álbum. ¿Su objeto más preciado? Una lata de Pepsi. Recuerdo de esa alianza entre la cantante y la marca de bebidas, que luego fue eliminada por la polémica que generó el video musical de "Like a Prayer", donde aparecían cruces en llamas y Madonna besando a un santo negro. Era 1989.
Lo que comenzó como acuerdos entre fanáticos a través de Fotolog y foros en internet cerca del año 2007, luego se transformó en un Fan Club oficial, con página web propia, que hasta organiza fiestas en su nombre. "Ahora, más que un club de fans, es más que nada un grupo de Madonna en Chile. El nombre fan club ya es como un poco retro", dice su creador, que tiene 31 años. Alrededor de 3.500 personas siguen inscritas en el grupo, que ya cumplió diez años, pero los activos son cerca de 500. "Antes era mucho más prendido, porque no había tanto acceso a la información, entonces ahí la excusa era juntarse. Pero hoy juntarse para entregar una información no es tan necesario, porque la puedes tener de manera inmediata", asegura Espinoza, quien vivió toda la gloria del grupo cuando Madonna debutó en Chile hace diez años. "Organizamos una vigilia y estuvimos dos días antes en el Estadio Nacional pensando que iban a llegar 200 fans a acampar, pero en un momento ya eran más de cinco mil", dice. "Fue increíble".
Un fanatismo que, por lo menos para él, sigue igual de fuerte que en los noventa, cuando su hermana mayor escuchaba los casetes de Madonna y él, tímidamente, le seguía los pasos. "Es un todo. Si me preguntas una palabra, es todo. Al final es como un estilo de vida, de seguir tu vida como ella te lo presenta, de no preocuparte de nada, de disfrutar. Si estás mal, hay un modo de apoyo", dice. Una adoración que pareciera no tener límites. "Ya me quedó chica la pieza, así que voy a tener que cambiarme de departamento", dice riéndose, medio en broma, medio en serio.
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