El Mercurio
Ya no hay duda de que el hip hop se transformó en el género musical más popular de Estados Unidos. Esta temporada, los íconos de la última ola del rap local les arrebatan público a los héroes de la guitarra y asumen un papel estelar en los rankings de consumo digital.
Bastián García Santander
En el Coachella recién pasado, Eminem, Beyoncé y The Weeknd fueron los responsables de un hecho inédito: el festival de música y artes prescindió de las bandas de rock como headliners de su cartel de artistas por primera vez. Es así como en el evento californiano los llamados a defender las guitarras -David Byrne, A Perfect Circle o X Japan- vieron sus audiencias muy disminuidas.
En contraparte, y obviando a los números estelares, un joven de 23 años apodado Post Malone congregó a uno de los públicos más multitudinarios de la cita. Los contrastes no son al azar. El rapero nacido en Nueva York y criado en Texas fue uno de los responsables de una situación nunca antes vista en la industria musical: el año pasado, el hip hop superó al rock como el género más popular en Estados Unidos, con 8 de los 10 artistas más vendidos enlistados dentro de la escena urbana.
Allí, "Posty" (Austin Richard Post es su verdadero nombre) asumió un papel central en el apartado de consumo digital gracias a su debut "Stoney" (2016). Y en 2018, sus cifras han mejorado. Su segundo álbum "Beerbongs & Bentleys", lanzado en abril, alcanzó el número 1 del ranking Billboard.
El músico se interesó en la guitarra con el videojuego Guitar Hero, y su padre, que fue DJ en su juventud, le inculcó cierto apego a géneros como el hip hop, el rock y el country. Incluso, en su adolescencia audicionó para un par de bandas de metal. Esas etapas construyeron un sonido que si bien se ubica entre los parámetros del rap y el trap, rompe la monotonía con pasajes cercanos al nü-metal o al R&B.
Eso sí, esa misma historia que le ha dado las herramientas para distinguirse le ha costado la desaprobación de algunos de sus pares, que lo acusan de ser un "buitre cultural". Básicamente, un blanco haciendo música de negros. "Hay un conflicto siendo un reparo blanco", dijo en entrevista con GQ. Y añadió: "Pero no quiero ser un rapero, solo quiero ser una persona que crea música. Hago la música que me gusta y creo que eso es genial".
El "astroboy" del clan Jenner-Kardashian
En una esquina, Arctic Monkeys presentando su último disco "Tranquility Base Hotel & Casino" (2018); en la otra, Travis Scott luciendo lo más llamativo de su catálogo. Por alcance y trayectoria, cualquiera podría pensar que, si esto fuese boxeo, la pelea -también dada en Lollapalooza- la ganarían los británicos, pero el hype generado durante el último tiempo por el rapero nacido en Houston, Texas, dio vuelta la lógica, acercando a la mayor cantidad de público en la primera jornada de festival con un amplio e indiscutido respaldo de adolescentes y millennials .
Aunque la carrera de Jacques Berman Webster II (su nombre real) se inició bajo la autogestión cuando todavía era un menor de edad, el músico de 26 años se hizo un lugar en el mapa con el mixtape "Owl Pharaoh" (2013), que llamó la atención del productor Mike Dean y de Kanye West. Una alianza poderosa que lo llevó a trabajar con Drake, Madonna, Rihanna y con el propio esposo de Kim Kardashian, además de ubicar sus primeros álbumes "Rodeo" (2015) y "Birds in the Trap Sing McKnight" (2016) en el tercer y primer lugar del Billboard, respectivamente.
Así como Post Malone diversificó sus esquemas, Travis Scott también tenía algo característico. Siempre estuvo especialmente dedicado a la producción, innovando en un género repetitivo a través de beats espaciales y psicodélicos, dándole más cuerpo y atmósfera a la artificialidad del trap.
Una empresa que llevó a un nivel superior en "Astroworld" (2018), su tercer disco, en el que reunió en distintas labores a Stevie Wonder, John Mayer, Frank Ocean; Kevin Parker, de Tame Impala, James Blake, y Pharrell, entre muchos otros. Íconos de escuelas musicales diversas. Piezas específicas para un trabajo en el que el artista consiguió mezclar de forma precisa el hip hop de métrica old school con armónicas, guitarras acústicas, soul, R&B y samples sacados de un parque de diversiones para representar su vida personal y su vertiginosa promoción a la realeza de la música urbana.
Linaje que asciende a su novia, la influencer Kylie Jenner, como reina -recientemente fueron padres de una pequeña llamada Stormi- y estirpe suficiente para bajar a "Scorpion", de Drake, del trono de los álbumes más vendidos en Estados Unidos en su primera semana en tiendas y plataformas digitales.
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