El Mercurio
La fascinación por el "Duque Blanco" pareciera no disminuir con la aparición de varios libros que celebran su vida y revelan a quienes ha inspirado. De una biografía ilustrada para niños, pasando por una obra que reúne a varios artistas gráficos -incluido al chileno Francisco Javier Olea-, hasta una antología con sus mejores entrevistas son parte de este boom literario-musical.
Felipe Ramos
En tiempos de sobreexposición y voyerismo, donde la vida de todos está en vitrina y las redes sociales sirven de puerta directa a entrometernos en el particular mundo de los artistas y celebridades, pareciera que parte importante de la fascinación que sigue habiendo en torno a David Bowie está en que nunca quiso revelarnos su verdadero ser. Ya sea a través de caretas, como Ziggy Stardust, Aladdin Sane o el "Duque Blanco", David Jones construyó su carrera detrás de personajes que le permitían desafiar los cánones establecidos, destruir convencionalismos morales y transitar de un estilo musical a otro con una libertad que han tenido pocos músicos. En el intertanto, Bowie, que murió en enero de 2016 a raíz de un cáncer, se dio el lujo de marcar a punta de maquillaje, tenidas espaciales extraterrestres y cortes de pelo revolucionarios a varias generaciones de fanáticos, quienes hoy siguen interesados, más que nunca, en el legado artístico y visual de uno de los músicos más importantes de todos los tiempos.
Desde su muerte han salido varios libros que celebran su vida, visión y su legado creativo. Siguiendo las publicaciones que hacen énfasis en lo visual, acaba de aparecer en estanterías "David Bowie. Tribute" (en librerías Contrapunto a $20.400), recopilación de Carolina Amell, que reúne la obra de 108 artistas gráficos que retratan momentos de la vida del músico originario de Brixton. Entre quienes aparecen destacados está Francisco Javier Olea, conocido en redes sociales como @oleismos y quien es ilustrador de "El Mercurio". "Suelo subir a las redes sociales personajes que me conmueven. Para mí, Bowie es un personaje muy visual y gráfico, lleno de opciones para un dibujante, con su cara tan angulosa y sus ojos bicolores", dice, agregando que "el libro está muy bonito y dan ganas de tenerlo en la mesa de centro". Junto a él aparece otro chileno, Álvaro Tapia Hidalgo, ilustrador viñamarino que ha colaborado con prestigiosas publicaciones, como The New Yorker y Newsweek.
También destaca "Bowie, una biografía" (Random House), de las españolas María Hesse y Fran Ruiz, quienes por medio de elementos reales y ficticios construyen una particular visión de la vida de David Jones, contándola -nada menos- que en primera persona. De esta forma, es el propio Bowie el que va relatando su vida a través de una serie de dibujos, desde quienes eran los miembros de su familia, la esquizofrenia de su hermano Terry, su infancia en Londres, sus primeras incursiones en la música en The Kon-rads, el nacimiento de "Space Oddity", la creación de Ziggy y sus Spiders from Mars, la vida en Berlín junto a Iggy Pop, y la fama planetaria en los 80, terminando en su muerte tras la publicación de "Blackstar", el último disco de una carrera casi intachable. "Una biografía", con sus 165 páginas, es una excelente forma de dar a conocer la vida de Bowie a los niños, para que se cautiven con su imagen y de a poco entren en su música y mundo.
En sus propias palabras
En el mundo de las letras -y sí que tiene letras, pues comprende nada menos que 480 páginas- se puede encontrar "Bowie por Bowie" (Planeta), editado por Sean Eagan, que recopila una veintena de entrevistas, perfiles y reportajes que se hicieron en torno al artista de 1969 a 2003, año en que dejó de hablar en público. El libro, que es una de las mejores formas de conocer al verdadero David Jones, lo retrata en sus diferentes etapas y demuestra su lucidez y amabilidad con que se relacionaba con sus entrevistadores, lo cual se contradecía con la imagen fría y distante que se solía tener de él.
El libro, aparecido originalmente un año antes de su sorpresiva muerte, es una buena oportunidad para reencontrarse y reflexionar sobre su obra. Con agudos y filosos análisis, el mismo Bowie no escatima en elogiar alguno de sus trabajos para luego -con el paso de los años- criticarlo. De esta forma, vemos a un artista permeable a los efectos de su propio material, crítico con su pasado y siempre mirando hacia adelante.
Discos como "Young Americans" y "Let's Dance" sucumben ante lo que podría ser su desprecio artístico, mientras que hasta el final no deja de elogiar el primer álbum de Tin Machine, la banda de rock duro que formó a fines de los 80 y que, pese a ser un fracaso comercial, sirvió para reimpulsar su carrera en los 90. De esta forma, Bowie baja del espacio para hacerse humano y estar en contacto con quienes siguen admirándolo como una de las estrellas más luminosas del firmamento.
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